Max Weber no prestó especial importancia al tema de la educación, aunque de manera indirecta, lo trató más que Marx.

Consideraba que existía una equivalencia funcional entre la educación religiosa y la educación escolar. Establecía un paralelismo entre el poder hierocrático o poder espiritual, y la administración de los bienes culturales de la escuela. Escuela e Iglesia, son esferas dominantes dentro de la sociedad, y ambas poseen un conjunto de agentes profesionales entrenados. La pretensión de ambas es administrar la cultura. Negó que la ideología y la moral fueran reflejo de las relaciones sociales dominantes de base económica.

Sus funciones son: legitimar el orden social, es decir, reproducir el sistema de relaciones de dominación de la sociedad, a través de la domesticación de sus súbditos y del reconocimiento, por parte de éstos, de la legitimidad del poder.

Según Weber, hay tres tipos teóricos de educación que se corresponden con los tres tipos de dominación:

Dominación carismática – Educación carismática.

Dominación tradicional – Educación humanista.

Dominación legal-racional – Educación especializada.

  1. La educación carismática es propia de las sociedades heroicas o teocráticas, es decir, de guerreros y sacerdotes, y pretende estimular los dones preexistentes en el individuo.

  2. La educación humanista es propia de un estamento o casta, y pretende transmitir la pertenencia a un grupo cohesionado, para lo cual es necesario que el individuo se impregne o cultive un determinado modo de vida, que se familiarice con las tradiciones, el sistema de signos, las particulares actitudes del colectivo y sus comportamientos.
  3. La educación especializada es la del burócrata, la del técnico, se ajusta a un tipo de organización burocrática, donde el individuo es educado como experto en una parcela especializada dentro de un sistema educativo abierto.

Weber elabora un discurso pesimista sobre la educación, provocado por la llegada de la burocratización a la educación. Lo importante, según él, ya no es la transmisión de la cultura, sino la «creación de diplomas» al servicio de la clase privilegiada, ya que la posesión de estos títulos, garantiza el derecho al monopolio de los puestos que son social y económicamente más ventajosos.