I. Educacarás en la convicción de la igualdad humana y contra todo tipo de exclusión.

El principal problema educativo que presenta el racismo es el cómo dejar de usar la diversidad cultural como pretexto para la exclusión social. Por lo que el principal objetivo de la educación intercultural ha de ser la convicción de que todos somos más iguales que diferentes. La igualdad es un convencimiento moral y debemos educar en este convencimiento y en los valores y actitudes que a él van asociados.Pero no se trata de una responsabilidad únicamente educativa, sino que ante todo, son los que tienen poder económico y político han de hacer posible que se pueda educar a ciudadanas y ciudadanos libres, dignos, críticos y solidarios. 

II. Respertarás a todas las personas, pero no necesariamente todas sus costumbres o actuaciones.

La integración de los inmigrantes extracomunitarios y de los grupos minoritarios se confunde demasiado a menudo con su obligación de adaptarse. Pero esta adaptación no deben realizarla sólo estos grupos; todos debemos adaptarnos y además, los pertenecientes al grupo mayoritario, tenemos la obligación de crear las condiciones que posibiliten esa adaptación, ya que somos los que detentamos el poder. La adaptación es necesaria pero no ha de suponer la sumisión incondicional de los más débiles. Integración, creatividad y negociación son conceptos inseparables. La enseñanza-aprendizaje de esta convivencia, de esta negociación, de esta creatividad debe ser el corpus fundamental de la educación cívica intercultural y antirracista.

III. No confundirás la interculturalidad con el folklorismo.

Existe la necesidad de una educación crítica con las manifestaciones culturales, las costumbres o las tradiciones tanto propias como ajenas, pero no se deben valorar nunca los productos culturales por encima de sus productores. Aunque no se lo proponga, en muchas ocasiones, aquella pedagogía intercultural construida sólo con exotismo, musiquillas y demás elementos folklóricos contribuye a enmascarar el conjunto de relaciones conflictivas, reales, de poder y marginación, de dominación y sumisión existentes entre los miembros del grupo mayoritario y los de las minorías. Pero no debe deducirse de los puntos anteriores una negativa a la enseñanza de las lenguas y culturas de origen, sino que debemos acabar con esos conflictos, en lugar de sustituirlos por un simulacro de relaciones interculturales

.IV. Facilitarás una construcción identitaria libre y responsable.

Aunque todavía hay quien se empecine en creer que existe una sola manera de ser, por ejemplo, un buen catalán, y que el objetivo del sistema educativo es conseguirlo, estos esencialismos son cada vez más anacrónicos. No se trata de alcanzar niveles de excelencia en aquellos contenidos culturales que nos diferencian, sino de alcanzar la excelencia en los valores transculturales que le asemejan a cualquier otro ser humano, como por ejemplo en civismo, la solidaridad, el ser justo o generoso.Según lo que se enseñen, cómo se enseñen y por qué se enseñen las lenguas y culturas de origen estaremos haciendo juego al racismo diferencialista. La enseñanza de las lenguas y culturas maternas debe llevarse a cabo para mejorar la autoestima de los alumnos, su motivación y la significatividad de su escolarización, para buscar puntos de contacto entre el universo y la cultura familiar y la escolar..Otro de los objetivos de la educación intercultural debe ser, pues, el facilitar a todos los alumnos las herramientas más adecuadas y el acompañamiento personalizado necesario para realizar una construcción crítica, libre y responsable, que se prolongará a lo largo de toda su vida.

V. Tomarás los aprendizajes como medios al servicio de los fines educativos.

El objetivo irrenunciable de la escolarización obligatoria es el de formar ciudadanos, lo cual incluye un dominio básico de las herramientas de comunicación y de relación con las demás. Aunque, si bien su condición de futuros ciudadanos y ciudadanas es igual para todos, no se pueden exigir los mismos niveles mínimos, puesto que las capacidades de cada uno de los alumnos son distintas, por lo que lo deseable es que se alcance el máximo nivel posible, pero siempre a partir de las potencialidades individuales.Los procesos y actividades de enseñanza-aprendizaje no deben constituir nunca, en la educación pública obligatoria, fines en sí mismos, sino medios al servicio de los fines educativos y socializadores.

VI.Te esforzarás para que todas las actividades de aprendizaje sean significativas para todos, especialmente para los alumnos de los grupos minoritarios.

Estamos habituados a términos como la comprensividad, la zona de desarrollo próximo, el aprendizaje significativo,… pero da la impresión de que estos términos solo son aplicables a los alumnos y alumnas autóctonos, ya que pocas veces se tienen en cuenta cuando se trata del aprendizaje de un niño inmigrante que acaba de llegar a nuestro país, o no entiende nuestro idioma,… por lo que su ZDP, su aprendizaje significativo, asimilación, etc. serán distintos que para los demás.

VII. No caerás en la tentación de las agrupaciones homogéneas de grupos.

Está demostrado que los grupos homogéneos de alumnos empeoran significativamente el rendimiento de los alumnos de los grupos menos dotados o con mayores dificultades, aumentando más la agresividad y la conflictividad en los centros, y atentando directamente contra la igualdad de oportunidades.Otro encapsulamiento que debería evitarse es el que se ha denominado “concentraciones artificiales”. Es decir: la concentración en un centro educativo de alumnos de grupos culturalmente minoritarios, en una proporción mucho mayor a la de los residentes de estos mismos grupos en el barrio o en la zona de matriculación de aquel centro. Esto se produce casi siempre por la huida de los hijos de las familias autóctonas hacia colegios privados o concertados.