El SIDA es una enfermedad en la que el sistema inmunológico pierde su efectividad, dejando al organismo sin defensas frente a las enfermedades bacterianas, virales, fúngicas, parasitarias, cancerosas y otros trastornos oportunistas. La inmunodeficiencia en sí no es mortal, pero sin el sistema inmunológico, el cuerpo no puede protegerse contra numerosos organismos que invaden el sistema y causan múltiples daños.
El peligro que entraña el SIDA procede de las infecciones oportunistas que se desencadenan cuando el sistema inmunológico no funciona adecuadamente.
El VIH es un fenómeno social con enormes implicaciones y muy diversas. La más inquietante es que es una prueba más de que las especies vivas están en guerra y ganan las más inferiores, es decir, los virus. Pueden arrasar la humanidad. El SIDA es un ejemplo de enfermedades producidas por virus y que no podemos controlar.
Algunos cánceres se sabe que son producidos por virus. El cáncer es otra enfermedad sistémica y mortal, como el SIDA. Lo único que se ha conseguido es dar más esperanza de vida, pero a costa de la calidad de vida.
Todo esto, subyace psicológicamente al SIDA y es lo más relevante psicológicamente del SIDA.
Los individuos infectados por el VIH viven más tiempo debido a las terapias farmacológicas, a la detección temprana y a los cambios en el estilo de vida. Una combinación de fármacos antirretrovirales ha modificado el curso de la infección del VIH, reduciendo la progresión de la misma y prolongando la vida de los individuos afectados. Por otra parte, diversas estrategias adoptadas por los pacientes con VIH pueden alargar sus vidas. Abandonar hábitos insanos como el tabaquismo, el consumo de alcohol y drogas ilícitas, así como ejercitar un mayor cuidado de la salud y un mayor control del tratamiento puede ayudar a las personas infectadas a vivir más tiempo y a llevar una vida más sana.
Hoy no se sabe exactamente quiénes están afectados, porque si se hiciera un control, un 30% más de la población sabría que tiene la infección. Una cosa es tener la infección o el virus y otra es tener el SIDA.
Un análisis efectuado en las personas afectadas por el virus VIH revela al menos
4 epidemias distintas:
⇒ El contacto sexual entre hombres sigue siendo la causa principal de infección por VIH, pero este modelo de transmisión está descendiendo y sólo la mitad de las transmisiones del VIH se deben en la actualidad a este tipo de contacto sexual.
⇒ Una segunda epidemia afecta a los usuarios de drogas inyectadas, si bien el número de estos casos ha descendido ligeramente.
⇒ Una tercera epidemia incluye la transmisión a través del contacto heterosexual y este número va en aumento.
⇒ Una cuarta epidemia se produce a través de la transmisión de madres a hijos durante el proceso de gestación. Este modelo de transmisión ha descendido drásticamente con el uso de la medicación antirretroviral en las mujeres embarazadas seropositivas.
Si bien la incidencia del VIH está descendiendo en la mayor parte de los modos de transmisión, está aumentando rápidamente en el contacto sexual entre hombres y mujeres, presentando éstas una mayor predisposición que aquéllos a infectarse a través de este medio.
Los grupos étnicos minoritarios se han visto afectados de forma desproporcionada, especialmente por la epidemia que afecta a los heterosexuales y a los usuarios de drogas inyectadas. La tendencia descendente de la infección del VIH no se ha presentado con tanta rapidez en las minorías raciales como entre los individuos de raza blanca.
La edad constituye otro factor importante en los casos de infección del VIH, El proceso de gestación es una forma de transmisión, de manera que algunos niños están infectados por el virus, pero sólo el 1% de los casos de SIDA corresponden a personas menores de 13 años. Los jóvenes adultos son más propensos a la infección que otros grupos de edad; debido fundamentalmente a sus comportamientos arriesgados. Las personas mayores de 50 años presentan menores probabilidades de infección que los jóvenes adultos, pero una vez que lo han hecho, tienden a desarrollar el SIDA más rápidamente y a contraer infecciones oportunistas en mayor medida.
El VIH se desarrolla durante una década o más, atravesando
4 etapas bien diferenciadas, si bien estas fases varían en duración según la persona:
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1ª etapa à la persona experimenta fiebre, dolor de garganta, sarpullido, dolor de cabeza y otros síntomas leves. Es un periodo inicial y relativamente corto, de 1 a 8 semanas de duración.
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2ª etapa à es un periodo que puede durar hasta 10 años, durante el cual las personas infectadas no presentan síntomas o éstos son muy leves.
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3ª etapa à los pacientes presentan diversos bloques sintomáticos, incluyendo inflamación de los ganglios linfáticos, fiebre, cansancio, sudores nocturnos, pérdida del apetito, pérdida de peso, diarrea persistente, manchas blancas en la boca y sarpullidos dolorosos.
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4ª etapa à en esta etapa el recuento celular de linfocitos T CD4+ desciende drásticamente a 200 o a una cantidad inferior por milímetro cúbico de sangre (en una persona sana hay más de 1000). A medida que su sistema inmunológico empieza a perder capacidad defensiva, los pacientes empiezan a ser atacados por diversas infecciones oportunistas que afectan a los pulmones, el tracto gastrointestinal, el sistema nervioso, el hígado, los huesos y el cerebro. Entre los diversos síntomas se incluyen una pérdida de peso más acusada, cansancio general, fiebre, dificultad respiratoria, tos seca, bultos morados en la piel y demencia relacionada con el SIDA. En este punto, el VIH adquiere las características de un SIDA en toda regla, del cual ninguna persona se ha recuperado.
En el marco de la psicología de la salud hay que barajar todo lo comentado hasta ahora, porque hay cosas que no se quieren saber y no se aceptan (como que si nos hiciéramos las pruebas necesarias, el 30% podría tener el VIH). El abordaje de esto tiene 3 objetivos:
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PREVENCIÓN: la prevención primaria en el marco del VIH/SIDA tiene como única finalidad modificar estilos de vida que nos ponen en riesgo. No hay que quedarse corto con las precauciones.
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CONTROL: es la prevención secundaria. Consiste en informar a los infectados para que modifiquen conductas que pueden poner en peligro a otros.
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APOYO: es la prevención terciaria. Esto es intervenir para proporcionar apoyo psicológico a los seropositivos y a los enfermos. Este apoyo es masivo. Son personas que necesitan todo, con una enfermedad incapacitante que produce molestias y hay que atenuar su sufrimiento. Hay mucha comorbilidad psíquica y somática y no hay que olvidar el apoyo psicosocial, porque también hay que apoyar a sus familiares y allegados. Esto cuesta mucho dinero.
En los libros se habla de los inmunógenos comportamentales, que es enseñar desde la psicología a tener inmunidad comportamental, es decir, que te comportes de manera tal que no estés en peligro.
Hay que aumentar los conocimientos sobre la salud. Divulgar estrategias de afrontamiento, mejorar las condiciones laborales para que la gente esté más relajada. La prevención en los profesionales sanitarios debe ser mayor. Al hablar de todo esto, se habla de prevención, evaluación (que es pensar en todo esto) y apoyo. No se piensa en esto lo suficiente.
En la literatura anglosajona lo llaman asesoramiento, que es relacionarse y dialogar. Es la única manera de prevenir. En esta enfermedad, lo único útil es la prevención, porque no vale la curación debido a que no existe. En el cáncer es ligeramente distinto, pero aquí o se previene la infección o ésta te vence.
Hay que informar a las personas que tienen más riesgo. Actualmente todos somos esas personas. La infección no cesa, es incurable y persistente durante toda la vida, que además es corta. Conocer todo esto produce ansiedad, por eso no quieren conocerlo. El impacto social de una enfermedad como ésta puede ser muy grande.
La esencia del asesoramiento debe ser vista como una ayuda a la persona para que tome decisiones que le conduzcan a reducir sus riesgos.
Hay que procurar que el sistema cree medios y los tenga, porque el sistema tampoco es que esté muy consciente de los que se juega. El 40% del dinero del sistema es econocimicista. Si se intenta demostrar que se ahorra previniendo, dará resultados. A nivel personal, o asumimos que tenemos que llevar a cabo acciones que alimenten la prevención o no hacemos nada. Hay que minimizar el riesgo.
Casi no hay medios, y en lo referente a medios que palian las carencias emocionales de apoyo, atención, contacto con los pacientes y seropositivos, la carencia es absoluta. Hay fármacos, los antirretrovirales, pero medios psicológicos y demás, no hay.
Lo más relevante es el asesoramiento sobre comportamientos seguros del SIDA. Afrontar el SIDA es prevenirlo.
Los servicios de salud están orientados casi exclusivamente en los aspectos biológicos, médicos, epidemiológicos a curar y tratar con pastillas. Esto es muy urgente modificarlos, porque el mejor tratamiento es el preventivo. Tenemos que poner lo psicológico, la mentalidad preventiva hay que implantarla.
Conviene plantearse que es urgente crear dispositivos de atención psicológica en el sistema de salud a propósito del VIH/SIDA. Debería ser un presupuesto fundamental y prioritario de la psicología de la salud y de los profesionales de la psicología.
Lo fundamental debe ser la prevención primaria y la prevención secundaria (para que los seropositivos no contagien).
Los psicólogos tienen un importante papel en la prevención de la propagación de la infección, y estas son tareas relacionadas con la salud mental, que es tener ideas claras respecto a ciertos asuntos.
La implantación de programas de formación en todo esto es muy importante. En la ciudadanía, en los niños de los colegios. Esto es primario y prioritario en la mejora de la calidad de vida de las personas.
El primer dispositivo es la preparación de los psicólogos, pero no se lleva a cabo. Una asignatura cuatrimestral sería lo menos que debería haber. Hay que desarrollar la formación de la psicología de la salud a nivel académico y profesional.
PRINCIPIOS GENERALES Y OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
Toda actuación debe ser a través de un equipo multidisciplinar, porque son evidentes los problemas médicos, psicológicos, psiquiátricos y sociales y muy complejos asociados al SIDA/VIH. Esto exige coordinar esfuerzos y es un ejemplo típico de abordaje multifacético biopsicosocial. Nadie sobra y siempre falta alguien. Esta idea se sostiene por muchos autores y trabajos, y vale tanto para régimen ambulatorio como para enfermos ingresados.
Hay que implementar modelos de intervención de este tipo, en concordancia y sintonía con la concepción holística de la salud y de la enfermedad, que defiende la psicología de la salud. Dicha concepción incluye cuidados físicos, cuidados psíquicos y cuidados sociales para aceptar, todos, el principio de calidad de los cuidados prestados, que son igualmente importantes en estas 4 áreas y todos tienen que tener el mismo novel de preocupación del coordinador o coordinadores.
Esto implica que los servicios de salud se descentren de preocupaciones excesivamente médicas, biológicas, epidemiológicas y que sean dotados de equipos multidisciplinares, que incluyan médicos de todas las especialidad y muchos otros profesionales de la salud, como por ejemplo, los psicólogos, para abordar dificultades y problemas psicológicos de los afectados y/o los que están en riesgo de serlo.
El paradigma de todo esto nos ha servido para plantearlo con todo rigor. Se ve clarísimo que hay que ser multidisciplinar y que hay que llegar a un diálogo constructivo multidisciplinar. Hay que ponerse de acuerdo, porque si no se mueren los enfermos. Hay que hacer una gran labor de sensibilización de los profesionales sanitarios a los aspectos psicológicos y psicosociales relacionados con el VIH. Crear lazos de unión con apoyo comunitario y con todo tipo de asociaciones (incluso no gubernamentales) que tengamos a nuestro alcance.
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A NIVEL GLOBAL à De manera complementaria, se consigue el objetivo deseable de mantener el mayor número posible de personas afectadas en cuidados ambulatorios que contribuyen al mantenimiento de su calidad de vida con el fin de reservar la hospitalización sólo por aquellos que están muy enfermos o en fase terminal…
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A NIVEL INDIVIDUAL à la intervención psicológica tiene como fin la evaluación, apoyo y asesoramiento de las personas afectadas, porque abarca también a los infectados y a todas aquellas personas que se sienten preocupados ante el SIDA.
Estamos hablando del abordaje de las personas en riesgo, de los grupos de riesgo del VIH. Hay niveles de riesgo diferentes. Hay cientos de miles de personas envueltas en comportamientos transmisores del virus, a los que llamamos de alto riesgo. También hay un grupo de personas no envueltas en estos comportamientos, a los que llamamos de bajo riesgo. Pero no hay un grupo de NO riesgo. No existen personas que no tengan ningún riesgo.
Ejemplos de alto riesgo: sujetos con parejas múltiples y comportamientos sexuales no seguros. Sujetos dependientes de drogas intravenosas.
Ejemplos de bajo riesgo: seropositivos que están infectados, por ejemplo, por una transfusión de sangre, y que tienen compañeros no avisados ni mentalizados. Y, en resumen, todos los demás.
Existe una gran cantidad de población que no sabemos todo esto. Lo más grave de todo es esto último, de lo cual nadie habla.
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A NIVEL FAMILIAR à la intervención psicológica tiene como finalidad proporcionar apoyo a los familiares de sujetos seropositivos o enfermos de SIDA ya declarado o de sujetos de alto riesgo. El objetivo sería prevenir el abandono y aumentar la ayuda.
Si estamos ante un homosexual masculino (que es el más infectado, por la sangre provocada en el recto), la familia puede estar constituida por hombres de la misma orientación sexual, y esto tiene ventajas, porque comparten la misma percepción del riesgo y las necesidades emocionales. Si es homosexual y está infectado, la disponibilidad del apoyo familiar se suele vivir con miedo, sobre todo respecto a la acogida que van a recibir de su familia de sangre, y sentimientos de culpa, que son enormes en el sujeto homosexual masculino. Hay que enseñarle a cómo tienen que dar la noticia. Hay que tener mucho cuidado. Esto encierra un cierto potencial de conflicto o rechazo.
Un seropositivo también se enfrenta a un factor añadido de estrés emocional y ansiedad relacionado con el reconocimiento ante su familia de comportamientos sexuales alterados o de uso de drogas. Los miedos al rechazo y abandono por parte de la familia están muy justificados y es un hecho que las familias no están preparadas para recibir este tipo de noticias y, por tanto, no están preparadas para ayudar al tratamiento de un ser humano con alto grado de incapacidad. Por lo tanto, la terapia familiar es lo normal.
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A NIVEL COMUNITARIO à lo primero que se puede hacer es implementar el apoyo a los profesionales de la salud que cuidan de los enfermos. Un profesional de la salud que cuida de los enfermos puede ser un familiar al que se le forma (coterapeuta). Lo segundo que hay que hace es la dinamización de grupos de ayuda mutua, crear servicios de apoyo comunitarios y, a nivel comunitario, campañas de prevención. Si no hay dinero para todo, sólo las campañas de prevención.
Educación y prevención son las actividades fundamentales de la psicología de la salud, como propugnan muchos modelos teóricos.
Frente a la enfermedad, los homosexuales están adoptando con más facilidad comportamientos seguros, mientras que en muestras estudiadas de médicos heterosexuales, no se adoptan.
Las
estrategias de afrontamiento más frecuentemente utilizadas son:
- Conversar con alguien (familiares, amigos…).
- Enseñar a otros colegas.
- Objetividad, honestidad, nombrar las cosas por su nombre.
- Ciertos estilos de vida saludables.
- Enfermería.
Entre un cuarto y un medio de las D.U.E. (Diplomado Universitario de Enfermería) tienen miedo a cuidar homosexuales. Debido al SIDA y a su leyenda, este miedo es mayor en las UCI y es similar al que se tiene cuando hay que cuidar enfermos con hepatitis, y eso hace que la turnicidad, el alejamiento y el absentismo se tripliquen y las plazas no se cubran. El psicólogo que se incorpore a estos grupos, ha de tener todo esto en cuenta.
Hablar con estos seres humanos es difícil, porque son una fuente de peticiones. Sobre todo con gran parte de ellos, porque proceden de grupos marginales y son pacientes estigmatizados, que perciben enseguida el rechazo aunque no lo tengas.
Somos proclives a percibir que su comportamiento es desfavorable, no hay que tener prejuicios. Incluso los compañeros te estigmatizan por tratarlos. Te estigmatizan y resulta que puedes ver alguna vez que incluso huyen un poco de ti, porque tienen miedo al contagio y muchos piensan que dando la mano se contagian. Eso lo llegas a notar. De la misma manera que muchos profesionales no van a ver pacientes en psiquiatría. Son pacientes estigmatizados y de difícil relación en principio.
Los
objetivos de la intervención psicológica son esencialmente 3:
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MODULAR EL IMPACTO PSICOLÓGICO DEL DIAGNÓSTICO Y DE LOS ACONTECIMIENTOS: esto se hace facilitando la expresión de miedos, de actitudes, fantasías, expectativas que tienen que ver con la enfermedad, con el fin de que intenten cambiar su estilo de vida. Sobre todo intentar averiguar qué significa la enfermedad para el ser humano en este preciso momento de su existencia.
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AUMENTAR Y MANTENER LA CALIDAD DE VIDA: se hace mediante la focalización de las aspiraciones, prioridades y objetivos de vida del sujeto. Tenemos al sujeto con una continuidad histórica truncada. Hay que hacer ajustes psicológicos. Tiene que replantearse nuevas capacidades, relaciones. Es un ajuste absoluto en el que ocupa un lugar central de limitación.
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AYUDAR AL SUJETO A ALCANZAR UN MAYOR CONTROL DE LA SITUACIÓN: procurar que el sujeto no se deje inundar por sentimientos de infelicidad y desesperanza por haber sido víctima. Hay que ayudar a los sujetos a que reconozcan sus nuevas capacidades para tomar decisiones. Hay que darles las herramientas para que ellos asuman sus decisiones. Procurar impedir la tendencia que tienen hacia la pasividad y la dependencia.
Para hablar de esto y para hacerlo, exigen profesionales de alta cualificación técnica y que tengan gran capacidad de empatía y flexibilidad. Esto es incompatible con un modelo teórico rígido, y también exige un escrutinio cuidadoso de nuestras propias contra-actitudes.
Lo más fácil entre los profesionales es adoptar una actitud defensiva que tenga como finalidad protegernos de la identificación con un sujeto que tiene esperanza de vida corta o muy mala calidad de vida y/o también podría tener como finalidad, esa actitud defensiva, distanciarnos de su dolor, de la rabia o agresividad que sentimos de no poder hacer nada.
A propósito del riesgo, hay que estudiar sobre patrones de comportamiento sexual, porque hay muchos patrones subyacentes relacionados con la prevalencia de esto. Conviene abordar la probabilidad de adopción de comportamientos sexuales seguros frente al SIDA y conviene hablar del impacto de las campañas de prevención: estudiar las respuestas de los homosexuales a esas campañas (muy elevada) con relación a las respuestas de los heterosexuales (muy bajas). Hay que hablar del comportamiento relacionado con el uso de sustancias adictivas, aclarar qué es la anticoncepción, el embarazo, cuándo se está embarazada, cómo se embaraza.
Esto hay que monitorizarlo. Hay que hacer educación monitorizada de actividades conducentes a reducir el riesgo del SIDA, sobre todo centrados en valores que influyen en la eficacia, por ejemplo, actividades que transmiten el virus mediante sustancias inyectables terapéuticas fuera del sistema. Incluye investigar sobre la prostitución de hombres y mujeres.
Todo esto lo aborda la
OMS, que propone
3 áreas prioritarias de investigación:
⇒ Estudiar el nivel de conocimientos, actitudes, creencias y prácticas en diversos grupos de población a lo largo del tiempo.
⇒ Investigar la percepción del riesgo, la percepción de la responsabilidad por el propio comportamiento. Investigar la expectativa de autoeficiencia para modificar algo personal. Investigar la expectativa de autoeficiencia social.
⇒ Desarrollar dispositivos de evaluación de factores motivacionales asociados a los comportamientos de riesgo.
La OMS habla de diversas estrategias de afrontamiento, y habla de reducción de la morbilidad psicológica asociada a la infección. También habla de estudiar las formas en que los sujetos y las familias conviven con la seropositividad y el SIDA declarado, y ahí dice que hay que prestar especial atención a las fuentes de apoyo en contextos sociales y culturales diferentes.
También dice que hay que estudiar los papeles y la eficacia de los servicios de salud tradicionales, y también estudiar los servicios de apoyo comunitario tradicionales en la disminución de las consecuencias psicosociales de la enfermedad; abordar cómo influye esto en la reproducción y en la planificación familiar.
Hay que estudiar las manifestaciones comportamentales de la infección en distintos contextos de salud (sociales, culturales…) para conseguir prevenirlos y minimizarlos en todos los contextos sociales y culturales.
Estudiar también la repercusión de la seropositividad y SIDA declarado en la comunicación y relación entre los profesionales sanitarios y los sujetos afectados, y también estudiar el impacto del SIDA en ciertas variables demográficas como por ejemplo, la morbilidad y mortalidad infantil. También hay que estudiar la variable demográfica emigración y patrón de casamiento.
EL PAPEL DE LOS PSICÓLOGOS EN LA EPIDEMIA DEL VIH
Los psicólogos juegan un papel cada vez más importante a la hora de combatir la epidemia del VIH. Durante los primeros años de la epidemia, los psicólogos participaron en tareas primarias y secundarias de prevención. Gran parte de las recientes mejoras experimentadas en la extensión del periodo de supervivencia de los pacientes infectados reside en la efectividad del tratamiento farmacológico y, en la actualidad, el conocimiento de los psicólogos sobre la adherencia a los regímenes médicos constituye un factor importante a la hora de manejar la infección. Su papel incluye principalmente:
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FOMENTAR LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Las personas pueden protegerse a sí mismas contra la infección del VIH, modificando aquellos comportamientos arriesgados a la hora de contagiarse. En otras palabras, practicar sexo sin protección o compartir agujas con personas infectadas. Limitar el número de compañeros sexuales, el uso de preservativos y evitar compartir agujas son los 3 comportamientos que protegerán a la mayor parte de las personas.
Sin embargo, otras medida de protección pueden aplicarse a ciertas personas. Los trabajadores de los centros de salud que trabajan en las unidades quirúrgicas o urgencias, o bien prestan otros servicios sanitarios y que entran en contacto con la sangre de otras personas deben ser muy cuidadosos para evitar que la sangre penetre en su organismo a través de una herida abierta.
La tendencia a enjuiciar a las personas en base a su aspecto puede resultar peligrosa en lo que respecta a la infección del VIH. En vista de que ésta tiene un prolongado periodo de incubación asintomática, las personas pueden ser contagiosas y, al mismo tiempo, parecer sanas. Elegir a un compañero sexual en base a su aspecto saludable puede resultar muy arriesgado. El alcohol y otras drogas inyectables suelen relacionarse con prácticas sexuales inseguras.
Muchas personas que adoptan conductas de alto riesgo lo hacen siguiendo un modelo de comportamiento de acuerdo con el cual asumen ciertos riesgos. De esta manera, los programas psicológicos destinados a modificar los comportamientos sexuales de alto riesgo deben considerar el sesgo optimista, las creencias ingenuas o la falta de precauciones entre las personas que corren el mayor riesgo.
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AYUDAR A LAS PERSONAS INFECTADAS POR EL VIH
Las personas que creen que pueden estar infectadas por el VIH, así como aquellas que saben a ciencia cierta que lo están, pueden beneficiarse de diversas intervenciones psicológicas. Aquellas que adoptan conductas de alto riesgo pueden presentar dificultades a la hora de decidir en qué momento efectuarse las pruebas del VIH; los psicólogos pueden proporcionar tanto información como apoyo a estos individuos.
Hay personas que no toman precauciones en su comportamiento y pueden no tener conciencia del riesgo que corren y rechazan la necesidad de realizarse estas pruebas. En vista de que la infección del VIH tiene un periodo de incubación prolongado, los hombres y las mujeres heterosexuales en situación de riesgo puede contaminar a otras durante años, antes de saber que albergan el VIH.
La decisión de realizar las pruebas del VIH presenta beneficios y, al mismo tiempo, costes.
Los beneficios, por supuesto, consisten en que las personas pueden detectar si son seropositivas tan pronto como sea posible. Una prueba positiva puede conducir a un tratamiento temprano, prolongando la vida de la persona. Otro beneficio potencialmente positivo que entraña una prueba efectuada a tiempo es la reducción o eliminación de comportamientos que sitúan a otras personas en situación de riesgo.
El coste de esta noticia es que ésta resulta desalentadora y las mujeres que se la realizan están más ansiosas y deprimidas que aquellas que no lo hacen, incluso antes de saber acerca de su estado. Algunas personas que reaccionan con un cuadro de psicopatología severa pueden tener problemas previos, pero la existencia de un trastorno psiquiátrico grave reduce la calidad de vida de los seropositivos.
Los procesos de afrontamiento pueden afectar a la magnitud del malestar que experimentan aquellos que reciben la noticia de ser seropositivos y las intervenciones psicológicas pueden reducir su angustia. Un mal afrontamiento, como el hecho de negar la realidad o aferrarse a una esperanza ilusoria, se asocia a niveles elevados de malestar psicológico. Por su parte, un afrontamiento activo, incluyendo la resolución de problemas y la búsqueda de apoyo social, se relaciona con un proceso adaptativo más adecuado. Las intervenciones de manejo del estrés cognitivo-conductuales han resultado exitosas a la hora de potenciar el afrontamiento positivo e incrementar el apoyo social, indicando que las intervenciones psicológicas juegan un papel importante en el manejo del VIH.
Los psicólogos pueden ayudar a los pacientes con VIH a adherirse a los regímenes médicos complejos diseñados para controlar la infección. Estos regímenes farmacológicos pueden incluir hasta una decena de fármacos, todos los cuales deben administrarse puntualmente. Cuando los pacientes no siguen esta prescripción, la efectividad disminuye. Los psicólogos pueden ayudar a los pacientes a adherirse a este programa, así como facilitarles nuevas habilidades de autoadministración.