Los Capetos o Robertianos

Los Capetos o Robertianos eran una familia muy importante de la época carolingia (marqueses de Bretaña) que, al igual que la aristocracia, tomaron conciencia de clase.

Fin de los Carolingios

La Iglesia es la gran hacedora del Imperio Carolingio, ya que nombra a estos reyes a cambio de parte de Italia, produciéndose así una alianza entre el papado y el imperio. En el año 888, el papa reconoce a un rey que no es carolingio, sino Robertiano, ya que los carolingios estaban muy cuestionados porque concedían muchas tierras a cambio de fidelidad y repartían el reino entre los hijos.

Un carolingio se queda sin suceder, Carlos el Simple, y en su lugar reina Eudes (primer Robertiano). Cuando Eudes murió, dejó gobernar a Carlos el Simple, privando a su hermano Roberto del trono, por lo que le concede tierras entre el Sena y el Loira.

Durante el reinado de Carlos el Simple, se crea el ducado de Normandía, en el 911, con Rollon como duque, a través del Tratado de Saint-Clair-sur-Epte. Rollon era un noruego (vikingo) y el tratado se firmó para frenar las oleadas vikingas que allí tenían lugar. Sin embargo, Roberto no queda contento y se subleva en 922; es aclamado rey hasta su muerte en 923.

Los grandes eligen rey a su cuñado, Raúl, duque de Borgoña, en 923. Carlos el Simple es hecho prisionero y muere en 929. En 936 muere Raúl sin hijos, y es nombrado rey un hijo de Carlos el Simple, Luis IV de Ultramar (936-954). Este busca apoyo en un Robertiano, Hugo el Grande, hijo de Roberto.

A su muerte, Hugo el Grande vio con buenos ojos que fuera rey el hijo de Luis, Lotario III (954-986). En el 956 moría Hugo el Grande, y Lotario había dejado un hijo, Luis V, ya coronado rey, que murió en un accidente en 987, por lo que los grandes eligen a un hijo de Hugo el Grande, Hugo Capeto (Capeto porque eran abades laicos de San Martín de Tours).

Esta familia Capeta tiene origen en Roberto el Fuerte, marqués de Bretaña, que murió en 886. Esta familia se transforma de familia extensa o clan a un linaje.

Los Primeros Capetos y la Fragmentación Feudal

En estos momentos, Francia está muy fragmentada por el feudalismo. A pesar de tener conciencia de clase, los primeros Capetos fueron muy débiles por las conquistas de los señores feudales (con creciente autonomía) y no tenían capacidad, en algunas ocasiones, para reunir un ejército, ni poder político, ni militar, ni económico. Eran muy importantes, por otra parte, porque tenían un poder moral o espiritual; eran llamados Vicarios de Dios (representantes de Dios en la Tierra).

Estos primeros Capetos fueron Hugo Capeto (987-996), que fue sucedido por su hijo Roberto el Piadoso (996-1031), seguido de Enrique I (1031-1060) y de Felipe I (1060-1108). Todos ven en ellos la encarnación de paz y justicia, y asumen funciones religiosas como oficiar misas con los obispos, convocan asambleas de agentes o familiares del rey, son abades laicos y conceden la inmunidad a monasterios e iglesias de los derechos banales. Toda esta idea moral del rey viene dada por la Iglesia. Una novedad de los Capetos es que establecerán la primogenitura de la realeza y la manera de hacerlo es tomando la decisión en vida de que hereda el hijo mayor y es consagrado. Esto se hace, sobre todo, por su pequeño patrimonio. También dejarán de ceder tierras para concentrarlas y así aumentar su patrimonio.

Francia en los Siglos XI-XIII

La nobleza se ha desgajado del poder real, se hacen propietarios de las iglesias y de sus dominios, también controlan cargos eclesiásticos y se atribuyen funciones reales. La Iglesia no combate esto hasta 1075, cuando se configura la organización piramidal desde el papado. Estos nobles, grandes, optimates, hacen sombra al poder real y hasta el siglo XII no hay una organización social piramidal con cúspide real.

Estos grandes tienen territorios no homogéneos y dentro de estos hay islas no controladas por ellos, las castellanías. El castillo va a ser la imagen de ese poder (castellanías); un condado podía tener una decena de castellanías y a cada una de ellas le pertenecen 20 o 30 comunidades.

En el siglo X aumentan estos castillos. Los castellanos transmiten sus castillos más por primogenitura; es un territorio que aparece en las fuentes con varios nombres: salvement, puissance, ban, potestas. El señor ejerce allí un poder banal y, a menudo, encuentra resistencia de otros poderes al pago de consuetudines, como la Iglesia, presentando diplomas de inmunidad firmados por el rey.

A Felipe I le sucede Luis VI el Gordo (1108-1137) y a este le sucede Luis VII el Joven (1137-1180). Estos reyes se caracterizan por hacer alianzas con las ciudades, intentan aumentar el territorio real y van a controlar a los agentes de su dominio real. Estos agentes, que se encargaban de asuntos militares y tributarios, eran los prebostes, y lo que van a hacer con estos es evitar que este cargo sea hereditario para que sean elegidos por los reyes. Desde Felipe I hasta Luis VII hay un aumento del prestigio real, ya que aumentan el número de documentos emitidos desde su cancillería real: 171 documentos con Felipe I, con Luis VI el Gordo 300 y con Luis VII el Joven 800.

Luis VII el Joven se casa con Leonor de Aquitania, que supone la incorporación del ducado de Aquitania al territorio real, pero en 1152 se autoriza su divorcio y en 1154 se casa con Enrique II Plantagenet, conde de Anjou, duque de Normandía, rey de Inglaterra y duque de Aquitania.

El Año 1000 y la Reforma de la Iglesia

El año 1000 es un año de inquietud, ya que se creía que era el fin del mundo. Cualquier acontecimiento político o militar era interpretado de esta manera. Así, en el año 1009, la destrucción del Santo Sepulcro de Jerusalén por el califa Al-Hakim de El Cairo fue interpretado como que vendría una destrucción de la cristiandad.

La Iglesia tiene un deseo de reformarse, de funcionar mejor, y el elemento de referencia son las órdenes monásticas. Los monjes se ven en esta época como los más puros y los monasterios reciben muchas donaciones de los cristianos, sobre todo los ricos.

La orden monástica que se impone es la de Cluny, fundada por el duque Guillermo I de Aquitania en 909 y depende directamente de Roma. Las iglesias que dependen de la orden de Cluny forman la orden cluniacense, basada en la regla de San Benito de Nursia (oración, trabajo manual e intelectual), y se hace una reforma por la que se pasa a la regla de San Benito de Aniano y los reyes imponen esa norma a todos los monasterios del Imperio Carolingio. Cogieron la norma de San Benito de Nursia y la adaptaron a los nuevos tiempos (oración y liturgia), minimizando la actuación manual e intelectual.

La Paz de Dios y los Tres Órdenes

Lo más importante para que los cristianos salven su alma es orar, y lo hacen los monjes, no por sí mismos. El poder del rey era muy débil en los siglos X-XI y la Iglesia va a suplir las funciones del rey (paz y justicia). En el concilio de Charroux (989) se hace por primera vez la Paz de Dios para proteger las posesiones de la Iglesia y de los campesinos, bajo penas de excomunión.

Otro período fue en el año 1023 en Beauvais, y el obispo de esta ciudad hace jurar a los caballeros respetar la paz, a la Iglesia, a los pobres y a los clérigos, en las inmediaciones del dominio real, donde ni siquiera el rey podía mantener la paz. En el año 1027 ocurre lo mismo en Perpiñán, y dice que en ciertos días de la semana no se podía matar, desde el sábado por la noche hasta el lunes por la mañana y engloba el jueves y el viernes; se prohíbe luchar desde el miércoles hasta el lunes.

Hay tres órdenes:

  1. Salvar las almas de todos rezando.
  2. Combatir por todos.
  3. Trabajar para mantener los otros dos órdenes.

Esto sitúa a los monjes en la cima; los bienes de la cima están protegidos y exentos de la fiscalidad. Para salvarse, los cristianos hacían donaciones por cualquier motivo: para la sepultura, para su salvación…

El segundo orden tiene el monopolio de las armas, un grupo ocioso para el que trabajar es indigno de su rango; torneos, cazas y prácticas de armas, su vocación es la guerra. Se dedican muchos medios al perfeccionamiento del caballo de guerra y armas.

El último grupo, los campesinos, trabajan para mantener los otros dos órdenes. Esto está promovido por el obispo Laón y un grupo de intelectuales que se originan en el periodo carolingio por San Bonifacio.