La Pintura Barroca en Europa: Siglos XVII y XVIII

Italia

Bolonia y Roma se erigieron como los epicentros de la pintura barroca en Italia. La familia Carracci, asentada en Bolonia, tomó como punto de partida el estudio del manierismo y del arte italiano. La escuela boloñesa se nutrió de influencias tan variadas como el arte de Tintoretto o la Escuela de Parma, asumiendo todo este conocimiento de forma ecléctica. En torno a 1585, los Carracci fundaron una academia que tenía como lema la “búsqueda de la perfección”, donde el artista aprendía junto a un maestro hasta convertirse él mismo en uno. Además de pintar, se buscaba que los artistas supieran de anatomía, de filosofía y de otras disciplinas, fomentando un conocimiento variado. A esto se le sumaba un interés por el academicismo. Destacaron por su estudio de lo natural y una vía embellecedora, cercana a la composición barroca. Los Carracci participaron en la renovación del arte sacro desde una posición noble. Un ejemplo de ello es “La huida a Egipto”, donde el tema bíblico queda en un segundo plano, cediendo el protagonismo al paisaje.

Caravaggio, nacido en Milán, llegó a Roma en 1593, donde se transformó en un genio. En su obra se distinguen dos momentos: hasta 1597, pretenebrista, y hasta 1610, tenebrista. En la primera época predominan los bodegones y retratos de jóvenes representados como personajes mitológicos, como en “Muchacho con un cesto de frutas”. Son temas intrascendentes con una luz y un color suaves, que le sirven para iniciarse en el naturalismo. Le interesaba especialmente la figura humana y profundizaba en la psicología del hombre a través de miradas y gestos. A partir de 1600, aproximadamente, abandonó los bodegones y retratos para centrarse en la pintura religiosa. Además, abandonó el colorido suave y las luces delicadas en favor de un uso de la luz que creaba fuertes contrastes entre zonas iluminadas y zonas en sombra, dando lugar al tenebrismo. Las zonas esenciales de la composición aparecen iluminadas, mientras que el resto del cuadro se deja en penumbra. La luz se convierte en la verdadera protagonista, modelando las figuras, definiendo los espacios y determinando las situaciones. Los cuerpos de sus personajes ganan en monumentalidad y plasticidad, y los sitúa en un primerísimo plano, eliminando elementos de la naturaleza o de ambientación que pudieran distraer la atención del espectador.

En la Academia boloñesa destaca Guido Reni, otro autor de formación boloñesa que conoce el tenebrismo, pero lo aplica de manera diferente. El tratamiento del tema se asemeja al de los Carracci, ecléctico, optando por esta vía. Utiliza colores muy característicos, con un tratamiento del azul muy académico, como se puede ver en “Asunción”. También surgieron artistas como Francisco Albani o Domenico Zampieri.

Los pintores de Roma buscaban la novedad, pero al mismo tiempo necesitaban beber y respetar el pasado. Gentileschi, por ejemplo, nos remite a las composiciones nobles de los Carracci, pero su tratamiento de la luz es una relectura de Caravaggio. Otros artistas importantes son Borgiani y Pietro da Cortona, uno de los artistas más completos de la época, que retrata tanto lo pagano como lo religioso.

En Génova, cabe mencionar a Il Cappuchino, cuya pintura refleja un perfecto conocimiento de los rasgos de Caravaggio. En Nápoles, destaca Salvator Rosa, que nos introduce en el mundo de los demonios, con un aspecto vaporoso y un ambiente onírico y fantástico, con un tenebrismo y un escorzo muy presentes. En Milán, Magnasco muestra un cierto carácter impresionista a la hora de resolver cualquier tipo de temática, con una pincelada suelta. Y, por último, en Venecia destacan Canaletto, con sus vistas venecianas, y Pietro Longhi, con un arte cotidiano y burgués que se convierte en retrato de familia.

Francia

Siglo XVII: Se observa una relación íntima con las escuelas italiana y flamenca. En la primera mitad del siglo, las influencias provienen principalmente de los Carracci, Rubens y Caravaggio. En la segunda mitad, París se convierte en el centro de la actividad creadora de Europa.

Uno de los grandes pintores de este momento en Francia será Nicolás Poussin, con una pintura que nos muestra la Roma de la época. Es un pintor francés que desarrolla toda su carrera artística en el mundo romano-italiano. Muchas veces sus escenas nos llevan al mundo clásico o al religioso. También cabe mencionar a Simon Vouet, que conoce muy bien la pintura italiana y el eclecticismo, con una pintura muy veneciana; Phillippe de Champaigne, que sigue la línea de los Carracci; y Claudio de Lorena, uno de los grandes paisajistas franceses, en cuyas obras la luz gana protagonismo a medida que aumenta la profundidad.

Siglo XVIII: Una de las épocas más gloriosas del arte francés. La pintura se ve favorecida por la hegemonía política y cultural de Francia, un país entre dos periodos clasicistas. Destaca la importancia del género o pintura galante, expresión del Antiguo Régimen. Desaparecen las grandes composiciones decorativas de los interiores, que se reducen o son sustituidas por tapices. Se observa una preponderancia de la galantería, el papel de la mujer y la democratización del retrato: retrato de aparato, mitológico y psicológico. En cuanto al paisaje, se pasa de lo heroico a la naturaleza más directa. Se producen disputas entre los admiradores de Poussin (dibujo) y Rubens (color), ganando finalmente la posición de la pintura de Rubens. Como artistas destacan Watteau; Chardin, influenciado por la pintura flamenca; Boucher, con su pintura mitológica y su uso de la vía flamenca en el color, con gamas de azules; y Fragonard, importante en la pintura galante.

Inglaterra

Siglo XVII: La escuela inglesa es la más joven de las grandes escuelas de la pintura moderna europea. Durante los siglos XVI y XVII no produce ningún gran pintor de renombre, y son artistas extranjeros como Holbein, Moro y Van Dyck los únicos que producen obras de primer orden en la isla. En el siglo XVII es fundamental la estancia de Van Dyck en Inglaterra, ya que es el verdadero creador del retrato inglés, que experimentará un extraordinario desarrollo en la segunda mitad del siglo XVIII.

Siglo XVIII: Inglaterra vive su edad de oro de la pintura. Diversas circunstancias políticas, económicas y culturales confluyeron para hacer posible tal floración artística. El tratado de Utrecht abre para Inglaterra una era de prosperidad que no tardará en reflejarse en su vida artística. Este periodo coincide con la hegemonía política inglesa, tras sus triunfos sobre España y Francia. Guillermo III establece el sistema parlamentario moderno, suprime la censura y consagra la libertad de prensa. Los primeros cuarenta años del siglo XVIII ofrecen un cuadro histórico caracterizado por el libertinaje y la corrupción, singularmente de las clases altas. El panfleto, la sátira, la novela y, finalmente, la pintura se confabularán contra aquel ambiente inmoral. Los ingleses iban a estudiar a Italia, pasando por Francia. El reinado de Jorge II significa una depuración de costumbres que determina un estado social más equilibrado. Se inicia, al mismo tiempo, la gran transformación industrial de Inglaterra. Londres se renueva y se convierte en una ciudad lujosa. La irrupción de la gran pintura inglesa coincide con la era de prosperidad iniciada en 1760, al subir al trono Jorge III, príncipe popular y cultivado. La pintura se convirtió en el reflejo de aquella sociedad, descrita con humor o ferocidad por unos, y glorificada, con elegancia, por otros. No es un arte para inmortalizar al soberano, sino un arte puramente civil. En realidad, después de un breve preámbulo moralista y de humor, solo hay pintores de retratos y de caricaturas, de las que han sido los impulsores en Europa. El inglés ama apasionadamente el campo. El paisaje moderno, nacido en Holanda, halla su fórmula definitiva en Inglaterra. En ayuda del artista viene la técnica. La acuarela, con sus finas transparencias, será la mejor colaboradora del arte del pintor, que se entusiasma por el aspecto lustroso de un ambiente saturado de humedad. El mérito, pues, de esta pintura inglesa es haber espiritualizado y sensibilizado el retrato y el paisaje. Cabe mencionar a artistas como William Hogarth, Reynolds o Gainsborough.

Flandes

En el siglo XVII, por razones políticas y religiosas, se produce una clara separación entre las escuelas flamenca y holandesa. La pintura flamenca tiene su principal centro creador en Amberes y, después, en Bruselas y, más lejanamente, en Lieja. Rubens es fundamental en la fijación de sus características. La principal característica es la primacía del color como vehículo de la expansión artística.

Este color se polariza tanto en la riqueza de la gama cromática como en la búsqueda de la armonía tonal, constituyendo uno de los factores fundamentales en la evolución de la pintura barroca. Se huye, en lo posible, de los contrastes lumínicos, y si bien se valoriza el efecto de la luz, generalmente se prefiere la luz clara, levemente dorada, que difumina contornos y evita los efectos plásticos violentos. Debido al catolicismo flamenco, se desarrolla la temática religiosa, aunque no constituye una característica definida de la escuela. El desarrollo de la burguesía determina la difusión de las mitologías a las que, generalmente, se les concede un sentido alegórico. Quizás lo más distintivo del arte flamenco, en lo iconográfico, es la creación de especialistas que concentran su actividad en algún género de pintura: retratistas, pintores de bodegones, paisajistas, pintores de batallas, pintores de animales, pintores de escenas de costumbre, etc. A través de la subdivisión del trabajo y de los temas representados se nos ofrece un reflejo de la sociedad flamenca y de su estructuración.

Destacan Rubens, vinculado a Amberes, conocedor de la pintura de los Carracci y Caravaggio, en cuyas obras el color tiene una gran importancia; pintor de santos, tiende a una luminosidad clara y representa el mundo del movimiento; Jacob Jordaens, discípulo de Rubens, con una pincelada más dura, menos suelta y dinámica, especialista en pintura de género, que mezcla mitología con realismo aldeano; y Van Dyck, sucesor de Rubens, que deambula por el mundo italiano, gran retratista, que encaja muy bien en la mentalidad y el gusto inglés.

Holanda

Los factores esenciales de la autonomía holandesa son: la independencia política, el triunfo del calvinismo, el desarrollo comercial, la democracia política y la descentralización gubernativa como justificantes de la dispersión de las escuelas. Se observa una visión poetizada de la vida, con la excepción del arte espiritual e íntimamente dramático de Rembrandt. Es una pintura de sugerencias más que de acciones, lo que dificulta su interpretación en la actualidad. Técnicamente, se caracteriza por la meticulosidad en la ejecución, el realismo analítico y la contemplación de cerca. El problema de la luz es una constante holandesa, desde la violencia y el drama hasta la luz clara y tranquila. El dibujo es perfecto y seguro, la paleta sobria y, generalmente, el tamaño pequeño. La pintura holandesa es original, con influencias italianas y flamencas, pero con una evolución independiente, con un estilo propio en cada ciudad. Existen dificultades para ordenar por escuelas y periodos. El mayor número de pintores se concentra en los dos primeros tercios del siglo XVII.

En Haarlem, destaca Frans Hals, que retrata personajes de las capas más humildes de la sociedad, con temperamento, engrandeciendo al representado, con una pincelada suelta y amor por el detalle, y reconociendo el mundo del tenebrismo.

De Leiden a Ámsterdam, destaca Rembrandt, el gran pintor de la época en Holanda. Es más joven que Rubens, pero en un determinado momento conocerá su obra, con aproximaciones y diferencias. Es un hombre con estudios que vuelca su vocación natural hacia el mundo de la pintura, pero es un hombre formado, como un humanista. Su obra más famosa es “La ronda de noche”, de su etapa intermedia, que no deja de ser una variable de una representación de una milicia, a la que presenta haciendo su trabajo, saliendo a la calle. Una característica propia del pintor es que representa los momentos con cierto ambiente.

Pintores de la vida cotidiana

  • Escuela de Delft: destaca Vermeer, que trabaja una serie de colores que le dan una particularidad, con azules pálidos, grises perla y amarillos limón. Trabaja en el mundo de la realidad, con formas estáticas por lo general, con escenas que van hacia el Antiguo Testamento, el mundo de la picaresca, de lo marginal, y a veces nos lleva al paisaje, con un tratamiento del cielo particular. También cabe mencionar a Pieter de Hooch, que tiene una evidente relación con Vermeer, trabajando la pintura realizada, tomando interiores, con las mismas características, esas luces con focos ajenos al interior.
  • Escuela de Leiden: destaca Jan Steen, a quien le gusta el mundo de la música, refleja una sociedad alegre, con muchos personajes, retratos colectivos, de distintas edades y géneros, amante de los animales, e incorpora el tratamiento de los bodegones.
  • Escuela de Haarlem: Gerard ter Borch.

Paisajistas

  • Van Goyen
  • Paulus Potter
  • Van Ruisdael, con un carácter romántico.

Bodegones y floreros

  • De Heem
  • Van Huysum

España

Siglo XVII: Época culminante de la pintura española. A pesar de la decadencia política y económica en España, la pintura, al igual que la novela picaresca, pone el acento en la situación penosa de este tiempo. El pintor se acerca a las cosas de una manera sencilla y humana. Los principios fundamentales de la pintura barroca fueron establecidos por la España del siglo XVI: los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola y la Inquisición. Se observa sobriedad en la mímica, composiciones simples y personajes que se mueven como en la vida ordinaria. Hay una visión penosa y efímera de la vida humana. Los promotores son: la Corte y los reyes coleccionistas, con la importancia de la colección real y su incidencia en otros pintores. También Sevilla, Valencia, Toledo, etc. Hay una ausencia de burguesía. Se observa la importancia de la Iglesia y las influencias de Italia y Flandes.

El artista busca un reconocimiento superior al del artesano, de ahí la importancia de ser pintor del Rey, pintor de cámara. Nuestros pintores tienen escasa movilidad. Se observa la presencia de Rubens. Se utiliza la estampa y el dibujo firme. Se realiza un análisis de calidades y un estudio de la luz.

Géneros cultivados

  • Pintura religiosa: realista y concreta, pero también cargada de emoción. Se observa la importancia de las órdenes religiosas. El amor divino como tema, el culto a la Inmaculada, la infancia de Cristo, nuevos y viejos santos, y las series históricas de cada Orden.
  • Pintura profana: el retrato, no se acepta el mitológico, pero sí representar a mujeres concretas como santas. Es frecuente el retrato individual, sin adulación. Se pintan grupos que hacen alusión a la historia contemporánea. También se cultiva el bodegón. El paisaje y la mitología son irrelevantes. Es un arte, en general, para el palacio. La Santa Inquisición velaba por la castidad.

Destacan Carducho, Cotán, Pacheco, Ribalta, entre otros.

La generación de los grandes maestros

Segundo tercio del siglo, reinado de Felipe IV. Surgen las personalidades artísticas más importantes del Siglo de Oro. Una generación de pintores que supieron enlazar con la generación anterior, llevando a sus últimos extremos las consecuencias del pleno naturalismo. El venecianismo, apreciable en pintores del primer tercio, se refuerza ahora con la importación de pinturas de otras escuelas regionales italianas, enviadas por virreyes y embajadores españoles, especialmente de Nápoles y Roma. También es importante la masiva compra de pinturas flamencas, gusto que se vería respaldado con la segunda visita de Rubens a España. La Corte será el principal motor de la pintura española en este momento. En relación con ella están Cano, Zurbarán y Velázquez. Buena parte del tenebrismo español después de 1620 procede de Ribera, cuya obra se conoció rápidamente tanto en la Corte como en Andalucía y Levante. A partir de 1630, se produce un progresivo abandono de ese tenebrismo, que queda relegado a ser utilizado por artistas provincianos o por aquellos que, sin serlo, se aferran a él con un gusto arcaizante (ej. Zurbarán).

Destacan Ribera, con una etapa de formación hasta 1630, tenebrismo y realismo analítico, los temas mitológicos en Nápoles encajan, pero en España no, idealización, luminismo y cierto aclaramiento de la paleta; Zurbarán, con su mundo cartujo y sus dorados y blancos característicos; Velázquez, tenebrista naturalista, sencillo y definido; y Alonso Cano.

Los pintores del pleno barroco

Se observan obras de Rubens en las colecciones españolas. Hay una difusión masiva de estampas flamencas. Se produce un renovado interés por la pintura veneciana. Surgen nuevas formas, más brillantes y escenográficas. La gama de color es más clara y luminosa. Destacan Francisco Rizi, con pinturas de la tradición; Murillo, que introduce el mundo de lo natural en la pintura; y Juan Valdés Leal, más dramático que los otros pintores, que representa el mundo de lo efímero que es la vida, con una teatralidad absoluta.

Siglo XVIII: Llegan los Borbones a España, con el consiguiente afrancesamiento, ya que todo lo que llega viene de París. No deja de ser un reflejo de Versalles. Destacan Palomino y Viladomat.