Lo apolíneo y lo dionisiaco
En su primera obra, el origen de la tragedia en el espíritu de la música, Nietzsche presenta el que será el núcleo de su filosofía: la vida como naturaleza última de toda realidad. La vida es lo que ama más profundamente, pero también lo que no puede definirse, lo que se escapa a los conceptos, lo que se vive y no lo que se piensa. Por eso la vida se manifiesta como instinto espontáneo, lucha permanente y continuo cambio. Siguiendo a Schopenhauer, Nietzsche considera que la vida es voluntad de poder y deseo de perdurar en la realidad. Pero la vida es también para Nietzsche un juego trágico en el que se enfrentan vida y muerte, exaltación y dolor… Pero la filosofía de Nietzsche es vitalista en la medida en que proclama la alegría de vivir pero aceptar la vida es asumirla en su carácter trágico. La vida no es accesible a la comprensión intelectual, sino mediante la intuición que penetra la esencia de las cosas. El arte y la cultura son el medio a través del cual captamos la esencia originaria y profunda del mundo. La cultura griega había asumido el carácter inexplicable y trágico de la vida humana, pero lejos de abandonarse al pesimismo, se entregaba a una transformación del mundo y de la vida a través del arte. La expresión simbólica de la vida se desarrolla a partir de dos fuerzas estéticas que se combaten pero se necesitan: lo apolíneo y lo dionisiaco.
- El espíritu dionisiaco, de Dionisio, dios de la orgía representa los valores de la desmesura, los instintos, el placer sensual, la embriaguez mística y la anulación de la conciencia personal.
- El espíritu apolíneo, de Apolo, dios de la belleza representa los valores de la razón, la medida, el equilibrio y la individualidad. La lucha entre ambos representa el propio juego trágico en que consiste el mundo: vida y muerte, nacimiento y decadencia, que constituyen dimensiones de una misma realidad.
La crítica a la civilización occidental: Vitalismo
El oscurecimiento de los antiguos valores griegos que estaban recogidos en la tragedia y que expresaban la vida como lucha han provocado el predominio del concepto y la escisión entre el lenguaje y la vida. Sobre esta separación se levanta la cultura occidental: la filosofía, la religión y la moral. Nietzsche llama a esta pérdida del sentido de la vida nihilismo, que califica como un veneno mortal para la humanidad que exalta la debilidad humana y entroniza el fracaso del hombre y su miseria.
En el cristianismo, Nietzsche encuentra encarnados los valores del nihilismo, el odio y el temor a la vida. Es el monoteísmo cristiano el que fundamenta la existencia de un mundo trascendente y vacío, fruto del resentimiento ante la vida.
El origen del nihilismo entendido como negación a la vida debe situarse en la filosofía griega, en Sócrates y Platón. El pensamiento de Sócrates y Platón nace del intento de escapar a la caducidad de la vida, creando a través del idealismo de los conceptos un significado infinito a la existencia.
La contraposición de los dos mundos platónicos sitúa al concepto, a la idea como la auténtica verdad y como lo auténticamente real, frente al mundo del devenir, imperfecto, cambiante y aparente. El triunfo de la razón contra la vida es el triunfo de Apolo sobre Dionisos. La identificación entre la razón, la virtud y la felicidad oculta el rechazo a los sentidos, el temor a los instintos, a la vida, que se quiere ahogar bajo la luz de la razón: sólo el sabio es virtuoso y en el conocimiento reside la felicidad. Nietzsche quiere desenmascarar este idealismo y demostrar que sólo el devenir es. No hay un mundo real distinto del que experimentamos por medio de los sentidos. Lo real es el devenir de Heráclito, la apariencia. La vida no puede definirse, escapa a los conceptos; se manifiesta como instinto espontáneo, lucha permanente y continuo cambio. La confusión entre los conceptos, que son puras generalizaciones vacías, y las intuiciones, que nos permiten captar lo sensible y lo real, hace de la metafísica un mundo vacío.
Para Nietzsche la vida es también un juego trágico en el que se enfrentan en un proceso incesante generación y corrupción, vida y muerte, exaltación y dolor. La filosofía de Nietzsche es vitalista en la medida en que proclama la alegría de vivir, pero aceptar la vida es asumirla en su carácter trágico, sin enmascararla, es aceptar el sufrimiento como el precio de su belleza.
La vida no es accesible a la comprensión intelectual, sino mediante la intuición que penetra la esencia de las cosas. El arte y la poesía son el medio a través del cual aprendemos la esencia originaria y profunda del mundo.
El nihilismo y la transmutación de valores
El nihilismo es consecuencia de la muerte de Dios. Laos valores morales que durante siglos han guiado al ser humano han quedado reducidos a cenizas tras la proclamación de la muerte de Dios. Para Nietzsche, el cristianismo llamaba a la resignación como forma de hacer frente a la angustia y sufrimiento de la vida; proponía la mansedumbre y la obediencia como modelo de comportamiento y, de esta forma, negaba la vida, que adquiría todo su sentido en el más allá, en Dios. El cristianismo, despreciando la realidad existente dirige toda su esperanza hacia algo inexistente (Dios, el más allá….), por eso, lleva en sí mismo el germen del nihilismo.
Al principio, la muerte de Dios produce desorientación en el hombre ya que supone la disolución de los valores morales que daban sentido a la vida humana. Dios guiaba a la humanidad hacia un fin, muerto Dios el fin desaparece y la humanidad queda sin guía, a la deriva. El hombre no sabe hacia dónde se dirige porque ha desaparecido el fin que daba sentido a su existencia. Queda abocado al vacío, al sinsentido, a la NADA: NIHILISMO. Se distinguen:
Nihilismo pasivo: no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; conduce a la desesperación, al suicidio, la vida queda vacía, carente de sentido.
Nihilismo activo: caracterizado por ser aniquilador de valores y por una enérgica voluntad de poder. El nihilismo activo supone la completa destrucción del mundo irreal y de los valores decadentes, el desmantelamiento de la mentira.
Pero el nihilismo no es definitivo, sino provisional, necesario para la creación de nuevos valores para lo cual es necesaria la TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES. En el vacío dejado por la muerte de Dios, la voluntad de poder aparece como voluntad creadora de valores. Se crearán nuevos valores y será cada ser humano quien decidirá en cada momento qué hacer, con total libertad, sin subordinarse a nadie y más allá del bien y del mal, porque los valores no serán buenos ni malos porque los imponga una religión. Rechazará la moral de esclavos y se impondrá la moral de los vencedores, afirmando los valores de la vida; lo bueno será lo que afirme y favorezca la vida, y lo malo lo que la debilite. Para realizar la transmutación de valores hay que superar al último hombre y llegar al superhombre.
La Voluntad del poder y el Eterno Retorno
Por influencia de Schopenhauer, para Nietzsche, la vida es VOLUNTAD DE PODER, entendida como tendencia de la vida a crecer, a desarrollarse, a hacerse más fuerte, a acumular poder. Es el impulso vital más originario de todos los seres (no sólo del ser humano), el de “querer vivir”, el de “poder más”, el de acrecentar el poder para acrecentar la vida, el deseo de superación de la propia vida. Por eso, donde hay vida hay voluntad de poder. Así pues, en las acciones cotidianas, el ser humano manifiesta su voluntad de poder, puesto que anhela alcanzar formas de vida superiores. En el vacío dejado por la muerte de Dios y la disolución de valores, la voluntad de poder aparece como creadora de nuevos valores. Considerará “bueno” lo que afirme y favorezca la vida y “malo” lo que la debilite. Por ello, la voluntad de poder es hermenéutica, ya que, interpretará en cada momento lo que es bueno y malo desde esta nueva perspectiva. Ya no habrá un “bien y un mal” unívocos e imperecederos, sino muchas interpretaciones de bien y de mal. La voluntad de poder es el modo de ser del superhombre que, elevándose del caos de la vida y desde una libertad creadora, impone a la realidad sus propios significados e interpretaciones. El superhombre acepta la vida como ETERNO RETORNO, sin crear un ser que trascienda el universo. Así, frente a la concepción lineal del tiempo, Nietzsche plantea la idea del eterno retorno basada en una concepción cíclica del tiempo. Como el tiempo es circular, todo se repite incesantemente: cada persona, condenada a desaparecer, volverá a vivir la misma vida, en la misma época y del mismo modo.
Nietzsche excluye así la idea de un “más allá” personal, aceptando el mundo como realidad inmanente y única. No hay ni un premio ni un castigo “al final de los tiempos”, ha desaparecido la trascendencia; no hay pasado ni futuro porque todo lo que ocurre ha pasado ya y volverá a pasar del mismo modo. El instante presente adquiere así una dimensión eterna, en la que se cruzan el pasado y el futuro. Esta concepción circular de la realidad nos obliga a que el momento presente merezca ser vivido eternamente; cada instante tiene un valor absoluto en sí mismo (no estará proyectado al futuro como ocurría antes).
El superhombre, creador de valores, sabe que lo que decide en un instante concreto se repetirá eternamente; por lo tanto, buscará vivirlo con la mayor plenitud.
Esta idea del eterno retorno representa una decidida afirmación de AMOR A LA VIDA (a esta vida terrena).
Crítica al cristianismo, la muerte de Dios y el Superhombre
Para Nietzsche el origen de la religión es el miedo, la angustia e impotencia que el ser humano experimenta a lo largo de la vida. La religión nunca ha pretendido decir la verdad; de hecho ha caído en el mismo error que la metafísica: ha inventado un falso mundo, perfecto e ideal, despreciando el mundo real. Nietzsche contempla la cultura occidental como el triunfo de la moral cristiana. Frente a la moral de señores de la antigüedad griega que considera “buenos” a los hombres fuertes, poderosos, valientes… y “malos” a los débiles, humildes… El judeocristianismo realiza una inversión de valores, ya iniciada por Platón, imponiendo la moral de esclavos: moral pasiva, que convierte al débil, al humilde, al compasivo en “hombre bueno”, amado por Dios y considera “malo” al poderoso, al orgulloso…
Los débiles, los esclavos, los que tienen miedo a la vida, sienten resentimiento y envidia de los poderosos y para someterlos, para hacer su vida más soportable, imponen unos valores: humildad, piedad, paciencia, mansedumbre, obediencia. De esta forma, impiden que sobresalgan los poderosos, tratan de imponer la igualdad a los diferentes, provocando la decadencia y el debilitamiento de todos. Además, el cristianismo mediante la noción de pecado genera un sentimiento de culpa y, como forma de redención de la culpa, propone la renuncia a los placeres, la represión de los instintos y la negación de la alegría de vivir. Así, la religión ataca una y otra vez la vida. Nietzsche rechaza esta falsa moral que conduce a un odio contra lo humano, que desprecia los instintos, impulsos, pasiones, todo lo que el cuerpo desea y que lleva al hombre a huir de esta vida y a buscar la felicidad y poner todo el sentido de su vida en el más allá, en la trascendencia, en Dios, impidiendo el desarrollo pleno del ser humano. Dios es el gran obstáculo contra la vida, por eso hay que acabar con él. Mientras Dios viva, el ser humano no puede vivir.
La crítica de la religión y la moral sobre las que se ha levantado la cultura occidental culmina con la MUERTE DE DIOS. Esto supondrá la liberación del hombre del peso de los valores tradicionales y de la existencia de un más allá. El Dios cristiano quedará arrinconado junto a sus mandamientos y prohibiciones, el ser humano abandonará la falsa ilusión del más allá y se concentrará en el único mundo real.
La muerte de Dios supondrá la recuperación de los valores de la vida, permitirá el desarrollo pleno del ser humano, la liberación de su fuerza creadora y la aparición de un hombre superior: el superhombre.
El SUPERHOMBRE asume la muerte de Dios y la disolución de los valores morales. Afronta el nihilismo y es capaz de crear sus propios valores; él mismo establecerá el bien y el mal, dotando a la vida de sentido. El superhombre ama la vida y la acepta tal y como es, con su jerarquía y diversidad, y su dimensión dionisíaca. Entiende la vida como voluntad de poder y hace propia la perspectiva del eterno retorno.
Disertaciones
Texto: ECCE HOMO: Por qué soy un destino.
Tesis: La cultura occidental y, principalmente, el cristianismo, basándose en la mentira e imponiendo una moral decadente, ha generado la negación de la vida.
A Favor:
Heráclito cree que no existe otra realidad (universal e inmutable) más allá de la realidad mutable y en constante devenir que percibimos a través de los sentidos.
Sofistas defienden el relativismo: la verdad y los valores morales pueden ser diversos y subjetivos, dependiendo de la perspectiva personal; lo que es malo para unos puede ser bueno para otros (Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas.”).
El
Epicureísmo niega todo lo trascendente y se limita a la dimensión natural, buscando una vida feliz basada en los placeres.
Schopenhauer cree que el mundo y la cultura son una representación creada para ocultar la verdadera esencia del mundo: la Voluntad.
Marx dice que la religión y Dios son una invención del ser humano, originada por el sufrimiento y la angustia de su vida. La religión impone al individuo la distinción entre el mundo concreto en el que vive y el mundo ideal que le viene dado, y por la búsqueda del mundo ficticio, le impone valores como la humildad, la docilidad, la resignación y la obediencia, que lo alejan de su cuerpo y sus pasiones.
En Contra:
Sócrates y Platón: Existe una realidad inmaterial, eterna y universal que constituye la verdad o la auténtica realidad y de la cual la realidad material, mutable y sensible no es más que una mera imitación. La verdad y los valores morales son universales y objetivos, fundamentándose en ese mundo inmutable. El hombre virtuoso es el sabio, es decir, quien conoce ese mundo eterno; y para ello debe primar el alma y la razón, alejándose de los sentidos, las pasiones y, en general, del cuerpo y la realidad sensible.
San Agustín: Únicamente quienes rechazan los placeres corporales y bienes terrenales y buscan el alimento del alma, se guían por criterios divinos, y aman a Dios por encima de todas la cosas, llegando incluso a despreciarse a sí mismos, alcanzarán la auténtica felicidad y la salvación eterna en “la otra vida”. Mientras que quienes basan su vida en bienes materiales y perecederos (alimento del cuerpo) y buscan el goce y la gloria terrenal recibirán la condenación eterna.
KANT: El ser humano, a través del uso de la razón, debe imponerse y cumplir el imperativo categórico, sin tener en cuenta los propios intereses, impulsos y el goce de la vida.
MARX: La religión es una invención de la clase dominante para someter al pueblo llano y para que éste no acometa ningún intento de revolución; por tanto, mantiene la jerarquía y la desigualdad entre los hombres.
Reflexión:
¿Vivimos en una
sociedad nihilista (carente de valores o basada en valores antivitales)?
¿Qué
moral impera actualmente en nuestra sociedad, la moral de esclavos o la de señores?
¿Nos inculcan los
valores y normas que debemos seguir para ser “buenos”? ¿
Somos todos iguales, un “rebaño”? ¿Tenemos miedo a lo diferente y a ser distintos? ¿Demonizamos al que sobresale y es diferente?
¿
Intentamos sobresalir y destacar nuestra particularidad? ¿Seguimos nuestros impulsos y valores de la moral de señores (desobediencia, placer, riqueza, diversión, exceso…) en lugar de los valores que nos intentan inculcar (obediencia, trabajo, esfuerzo, sacrificio, moderación…)?
¿Ha llegado el
superhombre? ¿En qué momento del proceso nos encontramos?
¿Nuestra sociedad favorece el
desarrollo de las capacidades e impulsa la voluntad de poder o, por lo contrario, la detiene y obstaculiza?
¿Aceptamos el
sentimiento trágico de la vida?
¿Aunque pudiera ser irreal, es legítima y aceptable la
creación de la religión y creer en Dios porque es inevitable para algunas personas y necesario para poder hacer frente a la vida?
Valoración de la crítica de
Nietzsche a cualquiera de los pilares de la cultura occidental.