Utopía en Cien años de soledad y Pedro Páramo: Fundación de Macondo y Comala

En Cien años de soledad, Macondo es un espacio que pervive en el tiempo estático de los recuerdos, tiene una existencia legendaria y, según reza la leyenda, tuvo un comienzo, un final y un eje: la estirpe que se inicia con José Arcadio Buendía, cuyo nombre concita, paradójicamente, lo eterno y lo caduco. Macondo tiene un referente real, Aracataca situada en Colombia. Vemos que Comala, de Pedro Páramo, existe también en la geografía mexicana, pero ambas no tienen nada que ver, por lo que tenemos una Comala literaria. Rulfo trata de llegar a una universalidad de la utopía y de la condición humana, a través de la temática del campo mexicano. Pedro Páramo abarca el periodo de pre-revolución, revolución y la contrarrevolución. Es una génesis en donde se va abordando la comunidad de Macondo. García Márquez estaba influenciado por las leyendas del pasado de Aracataca contadas por sus abuelos. Su abuelo le contaba la parte épica; su abuela el realismo mágico. Una idea fundamental para García Márquez era la idea de la fatalidad y de lo trágico, un tema constante. Esta idea la asimiló de la tragedia clásica. Macondo representa un mundo hostil. La biografía de Rulfo se hace presente en Pedro Páramo. Rulfo era un niño cuando estalla la guerra de los Cristeros, su familia fue asesinada y ésto le marcó. Según Carlos Fuentes, la novela ha intentado presentar las 3 etapas que definen toda la cultura y la historia de América: la utopía (Macondo arcádico hasta las guerras civiles); la epopeya (en las guerras civiles, el macondo histórico) y el mito (el final de la novela donde el mito explica esa realidad). No sólo intenta abarcar la historia de un pueblo sino una universalización. Del mismo modo que hace Rulfo. La leyenda era el género utilizado en Las mil y una noches y García Márquez tomará este modelo genérico para su novela. Pedro Páramo también había utilizado ya este género, necesitaba un narrador que lo supiera todo, que expresase los sentían sus personajes y dominaran su psicología. Las comillas, la letra en cursiva y los puntos suspensivos, nos avisan de que estamos frente al narrador de una leyenda. Esto supone que el autor conoce la totalidad de la leyenda y que narra, no interpreta, ni juzga. Esto le permite introducir elementos fantásticos dentro de su relato. El narrador de la leyenda va recogiendo la voz de los personajes. Se desplaza por la cronología como se le antoja. En el caso de Pedro Páramo, las 3 generaciones han desaparecido ya, por lo que la leyenda cuenta lo que fue. Rulfo utiliza este narrador por 2 motivos: necesidad de encontrar un narrador que de cohesión; y limitación de las páginas, es una obra muy breve. El narrador de la leyenda va seleccionando fragmentos de la realidad. El narrador al moverse por toda la cronología, rompe con el tiempo lineal. Este narrador domina toda la cronología y puede anticipar lo que sucedió y lo que recordó porque cubre todos los tiempos. Las mil y una noches le da gran importancia a la fantasía en la literatura de fin de siglo. Es un libro que se va componiendo a lo largo de los siglos, que abarca una serie de historias. El autor de estas historias es obra del tiempo. En el aparece el mito de la eternidad. Cien años de soledad se abre con un recuerdo del coronel frente al pelotón de fusilamiento, cuando parece que va a morir. Esto parece tomado de un cuento de Borges.


Recuerda el origen mítico de Macondo. La memoria es fundamental. En Pedro Páramo, la memoria también es una gran protagonista. La memoria es la que va organizando la historia de Comala. El narrador de la historia es la memoria colectiva, es una leyenda. La novela comienza cuando todo ha sucedido ya, esto quiere decir que todo son evocaciones y recuerdos. Volviendo a García Márquez, este Macondo que había sido construido por José Arcadio Buendía es una utopía igualitaria al comienzo de una comunidad. La idea de isla se debe a que el paraíso está pensado como una isla. Este Macondo solo existe en la memoria. La arcadia se va destruyendo por los gitanos que llegan todos los años, siguen un calendario inexorable. El tiempo destruirá la arcadia. Los inventos que lleva Melquíades a Macondo poco a poco traen la memoria perdida, ya que los macondinos no tienen memoria. Las cosas carecían de nombre. La novela presenta un largo poema de la fugacidad. Ha tomado los mitos poéticos adaptándolos a la historia de Colombia. Se funda Macondo como una Arcadia. Esta arcadia será destruida a lo largo de las 7 generaciones, destruidas por el tiempo. Como vemos en la Comala de Pedro Páramo, hay 3 generaciones: Lucas Páramo, Pedro Páramo y Miguel Páramo (los tres son nombres evangélicos). En esta novela, podemos comprobar que uno de sus temas más importantes había sido también el paso del tiempo como destructor. La evolución en el tiempo tanto en lo histórico como en lo ficticio. El autor ha construido su historia de forma lineal y continua, donde los hechos siguen una línea cronológica que es la base de los capítulos. Luego procede a la fragmentación. La novela moderna requiere la ruptura. Por esa razón, Rulfo rompe la linealidad. Cada pieza es un fragmento de la totalidad. Existe en el conjunto una sucesión de hechos, 3 generaciones: infancia, juventud y vejez. Y la propia historia con dos acontecimientos importantes: la revolución mexicana y la guerra. Se yuxtaponen los tiempos, hechos de futuro con hechos de presente, porque nosotros podemos reconstruir el orden. La novela está formada por ciclos, como Borges los llama: su contenido es la historia primera que luego se convierte en una historia arquetípica. En la literatura moderna tenemos una busca. Juan Preciado está buscando a su padre. La busca es el motor de la novela y el fracaso es la muerte. Primero José Arcadio Buendía es un buen patriarca, fundador de actividad agraria; pero después, por el influjo de Melquíades, se transforma en un holgazán y se aisla y separa de la comunidad (es aquí el único momento en el que aparece la figura del ermita), deja de ejercer sus funciones y se dedica a sus especulaciones. Aparece la figura del hombre contemplativo. Melquíades lo reconocerá como un sabio y al descubrir la ley del péndulo tiene un periodo de locura y se convierte en la figura del furioso. Lo atan al castaño que está desde el principio de la historia. Representará el genio y la locura. La imagen de Jose Arcadio Buendía bajo el árbol es esencial. Representa aquí la leyenda de Demócrito. Dos temas grandes serán la soledad y los celos. Se representa la figura de la melancolía. Rulfo recrea el mundo rural, donde el lenguaje, las costumbres y los mitos de este mundo rural son las protagonistas. La religión es muy importante en este ámbito rural. La irracionalidad domina la vida. Rulfo traslada este irracionalismo a Pedro Páramo.


El irracionalismo lo expresa a través de de la creencia religiosa dominante que es el catolicismo. El mundo sobrenatural es el más importante. Asistimos a la comunicación con el otro mundo, que para Rulfo es un mundo contiguo, sin fronteras. Los muertos de Rulfo tienen voces desde sus tumbas. Los muertos tienen dos privilegios: la voz (murmullos) y la memoria. Existe la consciencia de pecado que el es eje de la novela, el perdón o el castigo. La confesión es muy importante. Todos se confiesan, exceptuando Susana San Juan, en Comala, incluso el cura. El nacimiento y la muerte van en paralelo. Tema de la cuna a la sepultura. Todo está unido y yuxtapuesto. La oscuridad se opone como gran antítesis de la luz, que simboliza la utopía de lo paradisíaco, lo cual es una utopía soñada. El mediodía es otro aspecto fundamental en la novela. Hay hora en la novela, la del mediodía. La figura del melancólico era descrita con una palabra: la acedia. Dante mete a los acidiosos en el infierno. Era un gran pecado y no podían hablar, solo murmurar. El acidioso tenía una hora del día: el mediodía, la hora de la siesta pecaminosa que dejaba volar la imaginación donde aparecían las tentaciones, bajo el calor. Es el momento de las tentaciones. La iglesia llamó a esta hora el demonio meridiano. Todo lo importante sucede a esta hora. Rulfo también alude a este demonio meridiano de Dante. El más allá de la muerte es un tema muy importante en la novela. La muerte de Miguel Páramo se gesta como una leyenda. Noticias que llegan con un orden desorganizado: unos dicen, otros cuentan… El contenido de esta leyenda presenta la creencia en un mundo, en el más allá, el viaje del alma. «Un pueblo lleno de eco» sugiere la de idea de una Comala vacía. Las imágenes espectrales son las que Rulfo saca de sus tumbas. Son las figuras que vagan por Comala. Son almas en pena que no han conseguido el perdón. Los murmullos son los sonidos y las voces del otro mundo, de los que ya han muerto. El murmullo tiene una connotación negativa. Sugieren el más allá y los pecados. Tenemos un relato de los pecados que la gente de comala comete. Todas las formas de muerte son recordadas. Hay una descripción de la agonía física. Formas de muerte: la caída del caballo, el suicidio, el ahorcamiento. Hay una evocación constante del calendario, el panteón católico está presente. La esperanza de que existe la salvación, sin embargo, a ellos les está negada. Vemos la recreación de la primera pareja en el infierno destruido de Comala. Esta pareja quiere volver a fundar Comala. La idea imposible de refundación en el mundo de los muertos es muy importante en la Eneida, es en la que se basa Rulfo. Pero Rulfo niega la utopía de la refundación. Esta pareja son dos espectros, aunque hay ambigüedad en ello. La presencia del sueño es importante en la novela, el sueño es sinónimo de muerte. Todos los habitantes de Comala han tenido una ilusión pero ha sido algo imposible de realizar. Se presenta la ilusión como una utopía imposible de realizar. Lo que mata la ilusión es la melancolía y la frustración es el resultado. Toda la novela es la construcción artística de ese código y la búsqueda de la ilusión que es un tópico literario. «Juan Preciado no pensó en cumplir su promesa» nos presenta el carácter del personaje. Es un héroe no positivo. Es una especie de traición a la madre, por eso es un pecador. Esperanza: es el motor que mueve a los personajes.


La novela tiene una forma en la que hay una fragmentación y una yuxtaposición de secuencias diferentes. Dentro de un diálogo se encaja otro. La antítesis domina Comala. Tenemos la contraposición del paraíso y del infierno. El paraíso está asociado a la idea de fecundidad. El cultivo del maíz, los colores (verde, amarillo y blanco). Se pierde la identidad después de la muerte. En la zona de Jalisco, Rulfo construye su utopía de paraíso asociada a la idea de fertilidad/infertilidad (infierno). García Márquez está muy influenciado por los poemas de Juan Ramón Jiménez. Rulfo es también un poeta, es autor de una novela breve, para él la concibe como si fuera un poema largo. Melquíades es la representación de la sabiduría, es el padre del Tiempo. Lleva un sombrero de alas de cuervo (significa devorador, la destrucción y las alas fugacidad). La imagen de José Arcadio Buendía vestido de general se trata de la representación de la guerra del tiempo. José Arcadio muere de viejo, pierde la guerra del tiempo. Todos mueren de viejos idea de la vejez, del transcurso del tiempo que el gran protagonista. La infancia de estos es la edad de oro de Macondo. La ruina final de Macondo es su vejez. Los domicilios de Saturno están presentes en la obra (capricornio y Acuario). En Pedro Páramo también aparece Saturno, dios del tiempo. Cuando Saturno muere, cae la lluvia. Ascendemos sobre el estrato mítico. En el mito de Saturno, Júpiter destrona al cronos Saturno. Vendrá Abundio, hay una profecía como en el mito. Luego Pedro Páramo se cruza de brazos y Comala muere. La inacción de Pedro Páramo es la acción de la novela. Él no hace nada y mata. La muerte sucede. Se cruza de brazos, es decir, es una muerte indirecta. La muerte abarca toda la novela, comienza con la muerte de Dolores Preciado y acaba con la muerte de Susana San Juan. Las dos han sido sus esposas. Susana San Juan representa la melancolía y Andrómeda, y Pedro Páramo representa la figura del tiempo. Unimos ambos Tiempo-melancolía para llegar a las sensaciones. Las funciones del tiempo en la novela son constructoras y destructoras. Hay día (luz) en la infancia, en la arcadia recordada, cuando está Juan Preciado con Abundio y recuerda la canícula. La antítesis de la novela es la oscuridad, luz y sombra. Predominan los colores amarillo, gris, blanco y negro. Comala expresa el paso del tiempo porque hay ruinas, y porque hay 3 generaciones que viven y mueren, hay un ciclo del linaje. Edades infancia, madurez y vejez. Alegoría del tiempo. Hay una idea de intemporalidad: la memoria de Dolores Preciado que recuerda la arcadia de Comala. La idea de intemporalidad se construye con una serie de sensaciones: colores y fertilidad/esterilidad. Estos mismos colores tienen otros significados: el amarillo está asociado al sabor. Sabe a lo acedo. Todo es gris en Comala. La luz que vemos en las estrellas, porque estamos en la oscuridad y en la noche. Utiliza el tema de la caída. Las estrellas caen en las aguas. El caballo negro cae. Susana siempre necesita luz porque está en un ámbito de oscuridad. La muerte sucede por la noche, y las cosas malas también. Pedro Páramo y Susana representan el tiempo y la melancolía. Susana se convierte en una constelación, metamorfosis es una sensación luminosa. La melancolía tiene el poder de reducir a piedras. Rulfo le da ese carácter de medusa a Susana. Meduseo: mujer falta. Rulfo se ha movido construyendo el mito de Andrómeda y de melancolía por eso, la pone arriba y abajo.


La novela advierte en su título el protagonismo de los grandes temas arrastrados por García Márquez hasta el ámbito caribeño. Esos temas, el tiempo y la soledad, protagonizan la historia de Macondo, que toma forma de relato con un principio memorable y reiterativo. En el caso de Comala, siguiendo los pasos de Juan Preciado, descubrimos dos Comalas: Comala paraíso y Comala infierno. La Comala paraíso pertenece a la memoria de Juan Preciado, una memoria que ha sido cedida por su madre. Nadie en la novela habita el paraíso de Comala, por lo tanto, el paraíso es la Comala que Dolores Preciado recuerda (imagina). El paraíso de Rulfo es elaborado, es agrario porque es construido por la mano del hombre. El caminante, Juan Preciado, debe bajar para llegar a Comala, es la idea de descenso que está codificada. El camino de la vida es la figura del tiempo. Juan Preciado baja, pero posee algo importante, la memoria. En esta memoria está guardada la idea de paraíso. Juan Preciado llega a Comala, encuentra un pueblo que demuestra la acción destructora del tiempo (ruinas) a la que no sobrevive nadie. El gran tema es el paso del tiempo. Estamos ante dos planos: real (camino, desplazamiento) y alegórico (las cosas pueden ser unas cosas y otras cosas también). Macondo, como utopía arcádica, es también un recuerdo, una edad evocada. Posee el carácter del topos, la aldea, y el hábitat, la choza, de las utopías renacentistas, pastoriles, de Góngora y Cervantes, ofreciendo elementos paisajísticos que van decorando un ámbito rústico-natural estructurado en forma igualitaria y pacífica. Son los inicios paradisíacos que podemos identificar con la edad de oro, aunque García Márquez esconda la utópica edad bajo la anécdota irónica del patriarca minero-alquimista. La contraposición metalúrgica oro-hierro, oro-carbón constituye el soporte irónico del mito de la primera edad, una burla que el inexperto alquimista, buscador y fundador de utopías nunca pudo alcanzar. En Pedro Páramo hay algo importante en su paraíso: el juego de colores, esto es característico de toda la novela. Una gran protagonista de la novela es la sensación. Una imagen fundamental es el agua que cae. Tierra: es la palabra clave al igual que Esperanza. La lluvia cae, al igual que la cometa. Está representando el mito de la repartición de la tierra. En Cien años de soledad hay un encuentro entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo. Del Viejo Mundo, llegó la idea utópica de la insularidad que José Arcadio Buendía, el loco soñador, como un descubridor, proyectó sobre Macondo. Hay una similitud con Susana San Juan, es una mujer soñadora y solo quiere soñar. Es la figura de la mujer pensativa en un mundo de ruinas. José Arcadio Buendía, fundador y constructor de la utopía, se cree dueño de ese patrimonio, quiere establecer sus límites, explorar, gobernar, controlar su propio desarrollo, piensa, incluso, que puede desplazarse y arrastrar consigo su ardua construcción. En la novela de Rulfo, Pedro Páramo aparece como cacique. Pedro Páramo tiene muchos hijos porque los vemos desde esta figura de cacique, pero arrastra la paternidad también al plano alegórico: Pedro Páramo es padre de muchos hijos. Abundio, el arriero, que más adelante será el que apuñale a su propio padre, le confiesa a Juan Preciado que él también es hijo de Pedro Páramo. Lo más curioso es que Pedro Páramo lleva a bautizar a todos sus hijos, aquí vemos la importancia de la religión. La práctica religiosa es lo que hace que las voces


nos cuenten sus vidas. Fulgur Sedano le lleva la noticia de la ruina y Pedro Páramo no se inmuta. Hace negocios. El primero es el matrimonio con Dolores Preciado (madre de Juan Preciado), para apropiarse de los terrenos con métodos negativos. Luego está Andrete que será encerrado en la casa y representa la figura del ahorcado, pero no es un suicidio pues es llevado a cabo por la fuerza de Pedro Páramo. Pedro Páramo hace negocios con los revolucionarios. Esto es una crítica que hace Rulfo, los revolucionarios hacen negocios con los caciques y no hacen reparticiones de tierra. Pero la utopía del paraíso macondino, soñada como mítica insularidad así también había existido Barataria, era una realidad ilusoria, la región encantada, patrimonio de un mago de rango superior, el Tiempo, que lo había forjado con su adivinación mítica, que anotó todo lo que sucediera en un largo siglo. (¿El gitano Melquíades?). En Pedro Páramo Susana San Juan dice que es acariciada por el mar, pero no hay mar en Comala, esto no tiene sentido. Comala es un infierno, una tierra donde hay un río. Pero no se presenta como una isla. La lucidez de Úrsula Iguarán, representa la memoria de la estirpe, le hará sentir la simbólica circularidad. Esto me lo sé de memoria. Es como si diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio. Un comienzo que abarca, sin embargo, el transcurso, y que lo expresó, ya en su completa lucidez, el loco más elocuente. Y llega el padre Tiempo a la aldea feliz, con sus achaques de viejo y su carga de experiencias y saberes; aparece enmascarado de jefe de una tribu de gitanos ambulantes, aunque, bajo el disfraz, están sus rasgos identificadores. Llega atraído por el sonido ensordecedor del canto de los pájaros, ya Cervantes los asoció al devenir del Tiempo. El gitano Melquíades, alegoría del Tiempo, en su doble función destructora y reveladora ha borrado con sus prestigiosos trucos la utópica insularidad. Macondo, como ámbito comunicado, recibirá las oleadas de inmigrantes que se integrarán en las edades sucesivas. El padre Tiempo irá y vendrá, será el señor del olvido y el señor de la memoria, y el origen de aquellos melancólicos personajes que Saturno adoptará como hijos naturales, otorgándoles su saber (la adivinación de Aureliano), pero también la nota de íntima tristeza que tiñe sus rostros y define sus linajes. Para García Márquez, sus personajes condenados a la soledad, forman una leyenda concebida como un largo poema de la fugacidad del tiempo. Concitó en Macondo los mitos universales que podían detener el Tiempo: la fama, en la forma de guerrero, aunque el coronel Aureliano Buendía no vivió ni en su retrato. Fernanda del Carpio (la doble alusión cervantina y gongorina cobra un sentido irónico), en el prototipo de la hidalguía criolla, puesta en relación con el tema barroco de los sepulcros y con el tópico de la Belleza: Fernanda y Remedios la Bella lo expresan hiperbólicamente, ambas son reinas de un carnaval, reinas de la belleza, con un reinado efímero, simbolizado aquel atributo en la imagen de la rosa, pero la rosa amarilla es una rosa del tiempo, caduca y perecedora, destinada a deshojarse y a convertirse en polvo. El amor de Amaranta y Pietro Crespi será destruido por la vejez y la muerte, porque Amaranta está condenada a la soledad. Sin embargo, el Amor vuelve cíclicamente cuando Amaranta-Úrsula indicio de una primavera de matices becquerianos, aludida en su reinado de picos en forma de


golondrina llega a Macondo y encuentra a Aureliano Babilonia. Es una trama de Tiempo, dominador absoluto con sus imágenes alusivas: los relojes, los calendarios, el mecedor, la lluvia, las flores, los pájaros, las mariposas amarillas, el eterno pasajero el Judío Errante, los trenes, el tren amarillo de Aureliano Triste, el vagón de cristal de Mister Brow, el largo tren de pasajeros muertos, donde se instala la historia colombiana, pero también la guerra del Tiempo, porque el Tiempo, para García Márquez, es un tren sin regreso. Con sus huellas: el polvo, la ceniza, las telarañas, la vejez; y sus colores favoritos: el amarillo y el verde, el verde cervantino y gongorino: con sus sentimientos, expresados en la nota común de la tristeza y en el triunfo de la soledad, pues si Borges tejió con los hilos del sueño un laberinto de Tiempo, García Márquez lo abarcó con los hilos del recuerdo para construir su laberinto de soledad, una soledad melancólica, en su mecedor y con su asidero a la tierra, como marcos identificadoras. Para localizar en Macondo la proyección de un arquetipo personificado en la enigmática Rebeca, olvidada de todos, pero dejando a su paso el rastro indeleble de Melancolía.