Ecoauditoría en Municipios Turísticos: Guía para la Excelencia Ambiental
T.3
Los municipios turísticos se enfrentan a una tarea compleja, que consiste en conjugar la presión que ejerce el desarrollo del producto turístico con la demanda social que busca mejorar los niveles de calidad de vida.En este contexto, cada municipio debe cumplir no sólo las exigencias mínimas de la legislación, sino que ha de ir más allá en busca de la “excelencia ambiental”, que se considera un elemento clave de la competitividad. Todo esto exige introducir las variables ambientales en la planificación del municipio turístico, que debe abordarse a partir del conocimiento de la situación actual. Para ello, la ecoauditoría es el instrumento adecuado.
Una auditoría ambiental es un instrumento de diagnóstico de la situación, que consiste en una revisión sistemática para evaluar el cumplimiento de unos estándares ambientales (legislados, pero también recomendados), y así identificar los incumplimientos y sus causas; todo ello como primer paso para la elaboración de un Plan de Gestión Ambiental.
Objetivos básicos:- Sirve para evaluar de forma objetiva, sistemática y periódica la situación ambiental del municipio, así como el sistema de gestión.- Permite identificar los instrumentos básicos, de los que se debe servir el gobierno municipal para desarrollar de forma programada su política ambiental.- Define unos objetivos cuantificables, con los que poder realizar un seguimiento temporal de los efectos positivos de la política ambiental y, a su vez, detectar las desviaciones.- Por último, cabe apuntar la posibilidad que se abre, a partir de los resultados de una ecoauditoría, de desarrollar una Agenda 21 Local.
Respecto a la metodología de elaboración de una auditoría ambiental, podemos diferenciar cuatro fases. Existe una fase previa, en la que los responsables políticos han de plantearse algunas cuestiones:- El alcance y el detalle en el tratamiento de los temas considerados en la auditoría ambiental debe ser el máximo; lo contrario ya significaría, de entrada, una manipulación. – La disponibilidad de medios económicos para la realización de los trabajos, así como destinar los medios técnicos y personales de propiedad municipal, para colaborar de forma eficaz con el equipo ecoauditor.- La asunción de los costes políticos que se deriven de la identificación y publicidad de las situaciones incorrectas ambientalmente en el municipio.- El compromiso acerca de la comunicación y publicación de los resultados, así como la voluntad de integración de la política ambiental en el conjunto de la política municipal. En relación con lo anterior, existe un claro peligro: caer en la tentación de considerar la ecoauditoría como un posible instrumento de uso político.
1)- La primera fase consiste en obtener la información que se considere relevante, para conocer la situación del municipio en relación con el medio ambiente. En este sentido, hay que puntualizar lo siguiente:- La recopilación de información aprovechará la bibliografía existente, los datos económicos y ambientales publicados y aportados por las instituciones públicas y las entidades privadas, así como los trabajos inéditos que existan sobre cualquier aspecto municipal relevante. La información debe ser fiable y adecuada a las necesidades de la auditoría.- En caso de detectar lagunas informativas relevantes, será necesario realizar trabajos específicos de investigación y búsqueda de información. Además, hay que tener en cuenta que se trata de variables ambientales, que pueden cambiar en el tiempo.- Por último, en esta primera fase se debe evitar invertir tanto tiempo y esfuerzo en la obtención de información, como en su evaluación, procesamiento e interpretación. En todo caso, toda la información manejada debe estructurarse en un banco de datos abierto, que pueda actualizarse en el tiempo: un “sistema de información ambiental”.
2)- La segunda fase consiste en el diagnóstico de los problemas y la identificación de las causas que los producen. Hemos de puntualizar lo siguiente:- Para objetivar la situación del ecosistema municipal hay que acudir al uso de los indicadores ambientales, que en ocasiones corresponden a variables con límites legislativos (por ej los niveles de ruido);mientras que en otros casos son parámetros útiles para definir la calidad del medio pero sin un valor legal de referencia, sólo recomendaciones (por ejemplo, la superficie de espacios verdes, el consumo de energía renovable, el volumen de residuos sólidos reciclados, etc.); en este último caso, la comparación con otros municipios y otras escalas superiores nos dará la posición relativa del nuestro.- Por lo tanto, en esta fase se debe establecer una propuesta de indicadores ambientales objetivos, que permitan tipificar la situación de partida y su seguimiento temporal (es lo que veremos en el siguiente epígrafe). La comparación, entre la situación actual de las variables ambientales analizadas y los valores de referencia –normativos y recomendados– de los indicadores propuestos, permiten identificar los problemas específicos y su nivel de gravedad.- Una vez identificados los problemas, deben investigarse las causas. En algunos casos serán evidentes (por ejemplo, la contaminación atmosférica o acústica), pero en otros puede resultar difícil establecer el origen (por ejemplo, la regresión de una playa, la desaparición de determinadas especies de un espacio natural, etc.), ya que en ocasiones la causa puede estar en otro municipio, regíón o incluso país.
3)- La tercera fase está destinada a la propuesta de soluciones, con la formalización de un Plan de Gestión Ambiental, que debe contener los siguientes elementos: – La formulación de objetivos basados en el conocimiento de los problemas, sus causas y los efectos sobre la salud humana y el medio natural. Estos objetivos han de consistir en corregir las desviaciones observadas respecto a los estándares legislados y recomendados; han de ser concretos y susceptibles de ser temporalizados y seguidos. – La priorización de las medidas correctoras, ya que no es posible abordar a la vez todos los problemas, aunque sólo sea por razones presupuestarias; además, no todos los problemas son igualmente importantes. Por lo tanto, hay que empezar por resolver los más graves, en función de la intensidad del impacto o de la necesidad de una acción inmediata, teniendo a la salud humana como prioridad, así como también a la normativa legal. – La adaptación de la organización municipal a los objetivos que se establezcan en el Plan de Gestión Ambiental, ya que sólo será creíble si se les destinan los medios suficientes. Por ello, se debe especificar un calendario de aplicación del plan que refleje las prioridades, así como un programa de financiación con las soluciones económicas –confirmadas y/o posibles– para la consecución de los objetivos. Además, debe incorporar una propuesta de coordinación de la política local con otras administraciones –vecinas y a otras escalas territoriales–, para solucionar según que tipo de problemas de índole ambiental.
4)- La cuarta fase es la de comunicación, que consiste en dar publicidad a los resultados de la ecoauditoría y a las actuaciones que se han de derivar. Se deben concretar los aspectos importantes a divulgar, para conseguir una mayor concienciación ciudadana.La comunicación de los resultados referidos al estado del medio ambiente municipal ha de basarse en la transparencia informativa, con un lenguaje adecuado que no caiga en las exageraciones o en las infravaloraciones, y que tenga una continuidad que permita valorar las mejoras producidas.El equipo auditor y el propio gobierno municipal han de hacer entender que la ecoauditoría es, por encima de todo, un punto de partida para la mejora ambiental.