El Papado y el Imperio: Conflicto, Reforma y Poder en la Edad Media
El conflicto entre el Papado y el Imperio
Tras la decadencia del Imperio Carolingio, los poderes regionales se consolidaron frente a la amenaza húngara. Fueron los duques de Sajonia los que lograron imponer su hegemonía bajo el liderazgo de Enrique I (918-936), algo consolidado por su hijo Otón I (936-973) gracias a tres medidas:
- Restringir la capacidad de los duques para transmitir en herencia su feudo.
- Facilitar la transmisión en herencia de los condados en los que se subdividían los ducados, a fin de fortalecer a los condes y mermar así la autoridad de los duques.
- Apoyarse en la Iglesia, ya que Otón se convirtió en patrón de las sedes episcopales cuyos beneficios revertían en él en caso de vacancia.
Su victoria militar sobre los húngaros en Lechfeld en 955 llevó al Papa a coronarle emperador en el año 962, trasladando el Imperio a Alemania. A Otón le sucedieron Otón II y III, quienes pretendieron crear un Imperio Universal con sede en Roma. A estos emperadores sajones les sustituyeron los de la casa de Franconia, en la persona de Conrado II (1024-1039), cabeza del linaje de los salios. Conrado II incorporó Borgoña en 1033, pero se vio impotente ante la revuelta de Milán en 1037. Enrique III se mantuvo fiel a los presupuestos de su padre, sólo que su intervención en Italia se realizó a través de su voluntad de reformar la Iglesia, incluyendo aquí al Papado.
Renovación espiritual de la Iglesia
La Iglesia del S. X había logrado gran parte los objetivos que se le plantearon entre los siglos V-IX. El cristianismo abarcaba la mayor parte de Europa, creando la Cristiandad, un conjunto de naciones unidas por una fe y una lengua litúrgica. La Iglesia del S. X no era un ente independiente de la injerencia laica, que mediante el nombramiento de obispos y clérigos conseguía la creación de Iglesias nacionales que la Iglesia quería sustituir por diócesis y parroquias bajo su control. Cabe explicar entonces cómo y por qué los laicos nombraban cargos eclesiásticos. La respuesta es simple: todo cargo eclesiástico llevaba anejo un beneficium iguales a los de los señores laicos, simbolizado también en la entrega de un anillo, mediante la recepción de ese anillo, el obispo de turno prestaba juramento vasallático a un señor. La reforma gregoriana basó su acción en tres ejes: erradicar la clerogamia/nicolaísmo y las aspiraciones de los clérigos a dejar en herencia sus cargos; luchar contra la simonía venta de oficios o beneficios eclesiásticos.
El impulso reformista provendría de la orden benedictina de Cluny. Fundado en el 910, esta orden estuvo desvinculada de la aristocracia laica y de jurisdicción episcopal alguna. Ya en época de Conrado II, la reforma cluniaciense había prendido con tal fuerza que hasta diversos Papas procedían del seno de Cluny. La extensión de las tierras de la orden y el poder que el Papa podía ejercer sobre ellas era algo que chocaba frontalmente con el dominio que los emperadores deseaban ejercer sobre la Iglesia local. La extensión de este ideal de reforma dentro y fuera del ámbito imperial es tempranamente percibido por los emperadores, junto con el hecho de que el control del Papado no era tan sencillo como lo fue en años precedentes. Es por ello que Enrique III, hijo de Conrado II, comenzaría a basar su poder en el apoyo que le brindaban los Valvasores y las ciudades en sustitución de los tradicionales obispos. Los Valvasores eran vasallos de vasallos imperiales, pequeños nobles que habían obtenido relevancia gracias a su enriquecimiento y los servicios de mesnada proporcionados a los grandes príncipes; la situación de estos valvasores dependía de forma absoluta del capricho de su señor, ya que el feudo valvasor no era heredable. Esta medida perjudicó, inicial y principalmente, a los obispos italianos. De todas formas, los emperadores no renunciaron al control de la Iglesia, siendo buena prueba de ello que Enrique III consiguiese nombrar a menos a tres Papas, siendo el último de ellos el citado León IX.
Las Reformas de Gregorio VII
Tras la muerte de Enrique III, su hijo, Enrique IV (1056-1106), quedó bajo la regencia de su madre, que pronto fue desplazada por dos obispos alemanes que favoreció la independencia del papado de mano de las reformas del Papa cluniaciense Nicolás II. Nicolás II, apenas elegido, debatió la manera de llevar a cabo las relaciones con el Imperio. En 1059, en el Sínodo de Roma, Nicolás II llevaría a cabo tres importantes medidas:
- Condena de la clerogamia.
- Prohibición a los eclesiásticos de recibir beneficios de manos laicas.
- Se limitó la elección papal al colegio cardenalicio.
La elección papal, en los primeros tiempos, era realizada por la comunidad. Con el tiempo, los candidatos eran propuestos por los clérigos, siendo el pueblo el que elegía al Pontífice de entre ellos. En el S. X, la Santa Sede estaba sujeta a la influencia de la aristocracia romana, y más tarde, por los obispos residentes en la ciudad. La asignación de esta competencia al colegio cardenalicio dejaba, a los laicos fuera de la elección. El colegio cardenalicio estaba dividido en tres órdenes, el de los diáconos, el de los presbíteros y el de los obispos. Estos primeros pasos dados en la búsqueda de la libertas Ecclesiae quedaron consolidados durante el pontificado de Gregorio VII (1073-1085), antiguo miembro de los sectores radicales de Cluny que llevó a cabo una vigorosa imposición de esta reforma en toda Europa, expulsando a clérigos simoníacos, suspendiendo a sacerdotes casados y condenando la investidura laica en 1075 mediante el Dictatus Papae que era una enumeración de 27 puntos que exponían los principios de la teocracia pontificia. El Dictatus Papae era papel mojado sin un respaldo fuerte, como era la capacidad del Papa de dictar bula de excomunión, documento que apartaba al cristiano de la comunidad. Además de la excomunión, otra arma que poseería el Papa sería el interdicto, prohibición papal de celebrar sacramentos en un territorio determinado.
La Querella de las Investiduras
Enrique IV alcanzó la mayoría de edad pocos años antes de la emisión del Dictatus Papae, siendo su primera preocupación el sometimiento de la aristocracia laica y eclesiástica, algo que logró hacia 1075. Enrique trató de nombrar al arzobispo de Milán. Este acto fue entendido por Gregorio VII como una amenaza a sus competencias. El emperador, convocó un sínodo que depuso a Gregorio VII; el Pontífice excomulgó a Enrique IV, desligando a sus vasallos de sus juramentos de fidelidad. El emperador, viendo peligrar su posición, se sometió al Papa. No obstante, la penitencia imperial sólo abrió un breve período de tregua. Pocos años después se repitieron las declaraciones de deposición y excomunión imperial, sólo que ahora, en 1084, el emperador respaldó su acción marchando sobre Roma y proclamando un antipapa. Gregorio VII huyó, ayudado por los normandos de Roberto Guiscardo a Sicilia, y allí murió un año después. No obstante, el conflicto no concluyo. Tras la muerte de Enrique IV, su hijo, Enrique V, último emperador francón (1106-1125), trató de continuar la política de su padre encontrándose con los mismos adversarios, la aristocracia germana y los papas reformistas. La resolución de las Querella de las Investiduras, iniciada en 1075, se encuentra en una conciliación progresiva de ambos poderes que tiene como hito principal el Concordato de Wörms. El Concordato de Wörms (1122), ponía fin a las relaciones hostiles entre el Emperador y el Papa, aunque la voluntad del primero seguía siendo decisiva en la promoción de altos cargos eclesiásticos. El concordato tendría una aplicación distinta en Alemania, Borgoña e Italia.
- En Alemania el emperador renunciaba a la investidura canónica, pero se reservaba el derecho de vigilancia sobre los obispos y el derecho de consentir el nombramiento de un candidato, cuando el candidato era aceptado, el emperador le concedía la investidura temporal, es decir, las tierras, regalías y demás propiedades.
- En Italia y Borgoña, el emperador no tenía derecho de vigilancia o consentimiento; al mes de la consagración del obispo, éste debía acudir al emperador a prestarle juramento a cambio de su nombramiento laico.
Las consecuencias fueron muy importantes
• La derrota acrecentó las posibilidades de un régimen dictatorial a la manera tradicional. Se producía la vuelta a los centros de poder de buena parte de la oligarquía desplazada de ellos en 1931.
• La extrema derecha política crea el Bloque Nacional en el que está Calvo Sotelo. Sin embargo, el Gobierno radical cedista sí permite que los agentes de ese Bloque penetren en los centros de poder, como Franco como Jefe del Estado Mayor Central, Fanjul o Mola en importantes puestos.
• Los patronos pasaron a la ofensiva: seleccionaban el personal a contratar, rebajaban los salarios y acababan con otros derechos adquiridos. Incluso el Ministro de Trabajo, decretó el aumento de la jornada laboral de los metalúrgicos.
• La represión se saldaba con condenas a muerte por la sublevación de octubre.
• La CEDA amenazaba al Gobierno si no ejecutaba a los que tenían pena de muerte y como la mayoría de los ministros radicales apoyaban el indulto, la CEDA abandonó el poder, dejándolo en absoluta indefensión y negociando la vuelta al gobierno a cambio de obtener más Ministros.
La hegemonía del nuevo Gobierno correspondía a las fuerzas de la oligarquía más clásica. La extrema derecha del Ejército se instalaba en los altos mandos, el acercamiento a la Alemania hitleriana y la compra de armas a dicho país era una realidad.
Mientras, los partidos republicanos captaban el estado de opinión popular y tendían al entendimiento entre las diferentes organizaciones republicanas, entendimiento en el que empezaban a entrar los socialistas y, más tarde, los comunistas.
Azaña, ya liberado, participaba en mítines, y expresaba la necesidad de unión de las izquierdas. José Díaz, dirigente comunista, vino a establecer la estrategia de los “Frentes Populares” contra el fascismo.
Otro acontecimiento vino a desacreditar al gobierno y fue el escándalo de “Estraperlo”. Dos extranjeros, Daniel Strauss y otro de apellido Perle habían llegado a España con una especie de juego de ruleta inventado por ellos cuando el juego estaba prohibido. Cuando las autoridades fueron a cerrar el negocio, Strauss escribió al presidente de la República mostrándole las sumas de dinero que había dado a varios miembros del Gobierno, radicales, incluido el hijo de Lerroux, lo que dio lugar a un extenso escándalo que mostraba la corrupción de los radicales, a los que el Presidente D. Niceto Alcalá Zamora pide la dimisión, mientras se forma un nuevo Gobierno de centro que no tenía base en la que apoyarse.
Empezaba el año 1936 con la convocatoria de elecciones, lo que ocasionó que tanto las derechas como las izquierdas elaborasen programas mínimos que sirvieran para unir fuerzas para el 16 de febrero de 1936, que fue la fecha de las elecciones.
Programa del Frente Popular
El 15 de enero ya se llegó al Pacto del Frente Popular con un programa que consistía en una amnistía para los presos revolucionarios, así como la reintegración de los presos a sus puestos de trabajo, la puesta en vigor de la Reforma Agraria, el Estatuto de Cataluña, la Ley de Orden Público y la rectificación de las leyes laborales del “bienio negro”, Firmaban organizaciones republicanas.
Elecciones de 1936
Ante las elecciones de febrero de 1936 vemos que las izquierdas iban unidas en candidaturas de Frente Popular. Por su parte las derechas formaban sus frentes, “frente contra la revolución y sus cómplices” encabezados por la CEDA, el Bloque Nacional y en ciertos lugares con la Lliga, radicales y centristas. Falange no entraba en esos frentes porque pedían demasiados candidatos suyos. En el País Vasco la lucha era a tres: Frente Popular, Derecha y Partido Nacionalista.
Participó el 72% del electorado y el Frente Popular ganaba en las grandes ciudades, mientras que había intentos por parte de Gil Robles y de Franco para que se declarase el estado de guerra.
El Frente Popular ganaba en las aglomeraciones urbanas e industriales, en zonas de latifundio andaluz y extremeño; la derecha en ambas Castillas.
Evolución del gobierno del frente popular
Se empezó por aplicar las reformas, del “primer bienio”, se liberaron los presos, se abrió el Parlamento catalán y su autonomía y se reeligió a Companys, a la vez que se propuso elaborar el Estatuto Vasco, se suspendieron los juicios de desahucio contra aparceros y arrendatarios, un decreto permitió que los yunteros extremeños volvieran a utilizar las tierras como antes, El Instituto de Reforma Agraria era autorizado a expropiar cualquier finca “de utilidad social”.
También era una realidad la violencia callejera a manos de los grupos de extrema derecha, particularmente de Falange, mientras que militares como Mola, Varela, Franco o Saliquet acordaban un alzamiento que restableciera el orden y el prestigio internacional.
En el ámbito laboral, UGT trataba de apoyar al Gobierno y evitar enfrentamientos sociales que minaran la situación política, pero CNT con sus reivindicaciones en cada fábrica o cada taller desbordaba la acción de UGT.
La conflictividad agraria crecía: presión de los trabajadores y resistencias de los patronos. El Parlamento destituyó al presidente Alcalá Zamora y se nombró a Azaña, ampliamente apoyado.
La Guerra se preparaba, pues se preparaba un golpe de Estado militar para abril, que se pospuso. Desde finales de abril, Mola que fue trasladado a Pamplona, se dedicó a preparar el golpe definitivo.
El clima de violencia se agravaba. Cuando el Estatuto Vasco casi estaba aprobado y se planteaba el Gallego a finales de junio ya se organizaban los detalles del golpe con precisión. El clima era propicio ya que el 12 de julio un grupo de extrema derecha mataba al teniente de Asalto José del Castillo y, como respuesta, un grupo de guardias de Asalto con un capitán de la Guardia Civil daban muerte a Calvo Sotelo. Este acontecimiento parece adelantar el golpe del 18 de julio, dando comienzo la Guerra Civil.
