Influencia de Kant en los Derechos Humanos y la Paz Perpetua
Influencia de Kant en los planteamientos de los Derechos Humanos
La influencia de Kant en los planteamientos de los derechos humanos, su defensa de un derecho cosmopolita de los pueblos y la necesidad de constituir una sociedad de naciones, tal y como expone en La paz perpetua, es innegable. Hablar hoy de Ilustración no supone ningún anacronismo. Al contrario, hoy, más que nunca, se están repensando las consecuencias, tanto positivas como negativas, del proyecto ilustrado. Tal vez no compartamos ya esa confianza, para nosotros un tanto ingenua, en el progreso efectivo de la humanidad hacia formas de vida cada vez mejores; ¿cómo hacerlo después de dos guerras mundiales y de todos los horrores que la razón tecnocientífica ha provocado en su irracional avance…?
Del mismo modo, las grandes ideas ilustradas, las de Humanidad y Razón sobre todo, han perdido su “mágico prestigio” en un mundo como el nuestro, en el que la irracionalidad y la insolidaridad se camuflan como auténticos motores de la conducta, aunque no aparezcan en los discursos oficiales, en nuestro lenguaje cotidiano, plagado, eso sí, de expresiones “políticamente correctas” como “todos los hombres son iguales” y otras por el estilo.
Pero, por otro lado, al menos la actual referencia ética que supone la existencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es una clara herencia ilustrada, como también lo son nuestros actuales sistemas democráticos, que, siendo imperfectos, constituyen sin embargo un marco de convivencia más humano que el de otras épocas históricas. Tal vez, la Ilustración sea más un horizonte al que nos vamos acercando sin llegar a abarcarlo nunca por completo, una referencia a tener en cuenta, un proceso siempre en construcción, e insatisfecho y autocrítico en su misma raíz. Tal vez, como ya advirtiera Kant, no es lo mismo una “época de ilustración” que una “época ilustrada”, y a la nuestra, como a la mayoría de las épocas históricas, le queden aún muchas tareas pendientes: las guerras, la injusticia, la pervivencia de la explotación, la extensión de la cultura y la igualdad de oportunidades a todos los hombres, etc.
Finalmente, cabe destacar que la denominada “crisis del proyecto ilustrado” ocupa en la actualidad a no pocos filósofos o intelectuales de la más diversa índole, los cuales se mueven entre la condena según el modelo de Rousseau (que podríamos expresar gráficamente con el título de la obra de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”), o entre la defensa de sus valores, y, ¿cómo no hacerlo con una mínima sensatez si aún la Ilustración es una aspiración y la mayoría de los hombres se perpetúan en una minoría de edad fomentada por videntes, futurólogos y banales medios de comunicación…?
Ética
«¿Qué debo hacer?». Un principio moral solo puede ser legítimo si es válido para todo ser humano. Esta universalidad de la moral solo se logra si su fundamento es la razón.
Las éticas materiales comienzan proponiendo algo que se considera bien supremo, ya sea la felicidad, el placer o cualquier otra cosa. El respeto hacia las normas de conducta conlleva al alcance de aquello que previamente se ha considerado bien supremo.
Las éticas materiales cuentan con tres defectos:
- Son empíricas y, por tanto, a posteriori.
- Sus preceptos son hipotéticos o condicionales.
- Son heterónomas.
Solución: proponer una ética formal, es decir, una ética vacía de contenido, que no proponga ningún bien supremo, ni tampoco dicte normas concretas.
Ejemplo: muchas personas no aspiran a alcanzar como bien supremo una vida placentera, luego este no es un imperativo universalmente válido.
Religión y política
Esperanza del ser humano, «¿Qué me cabe esperar?». Dimensiones:
- Una circunscrita a los límites de la vida humana (política).
- Otra que supere esos límites y alcance una existencia tras la muerte (religión).
Los postulados de la razón práctica
La Crítica de la razón pura. Ideas de Dios. Postulados:
- La libertad humana. Sin libertad no hay moralidad.
- La inmortalidad del alma. La necesidad de que el ser humano logre completar la tarea que la moral le encomienda.
- La existencia de Dios. Solo será posible obtener la felicidad a partir de la realización del deber moral si existe un ser omnipotente y omnisciente que recompense al alma inmortal en la medida de su virtud.
Fe racional
Se trata de una esperanza, no de un conocimiento, pero de una esperanza basada en argumentos racionales.
La paz perpetua
Tiene expectativas que espera ver cumplidas en el devenir histórico. Aspiraciones:
- Culminar la Ilustración en la que se encuentra la humanidad, con la llegada de una época ilustrada en la que todos los seres humanos adultos sean capaces de usar su razón sin la guía de otros.
- Garantizar la consideración de ciudadanos libres de todos aquellos que hacen un buen uso de su razón y respetan las leyes morales y civiles.
- Constituir una comunidad política regida por leyes que encuentre su fundamento único en la razón y no en la costumbre o en el miedo.
- Crear una federación de estados libres y soberanos de modo que se garantice el respeto mutuo y se aleje el peligro de guerras.
Reflexiones sobre la Ilustración según Kant
El fragmento que comentamos nos da a entender que Kant es un autor en el que culminan muchos rasgos notables de la Ilustración. Tal fragmento pertenece a un pequeño ensayo que se publicó en 1784 en una revista berlinesa, la cual había promovido una reflexión entre los intelectuales alemanes de la época acerca del verdadero sentido y significado del término “Ilustración”. La respuesta de Kant precisamente fue titulada Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?. En esta obra Kant definió a la Ilustración como a “la salida del hombre de la minoría de edad en la que se encontraba por su propia culpa”.
Todas las obras de Kant pueden resumirse en un propósito que les da unidad: realizar una crítica radical de la razón humana. La razón es la gran protagonista de la cultura europea del siglo XVIII, y Kant considera que ha llegado el momento de examinar a fondo sus alcances y límites, para evitar que se pierda en inútiles discusiones sin sentido. Dos grandes obras tratan de cada uno de los dos usos posibles de la razón: la Crítica de la Razón Pura (1781) se ocupa del uso teórico de la razón, tal y como se emplea en las ciencias; la Crítica de la Razón Práctica (1788) examina su uso práctico, tal y como se expresa en la experiencia moral. Estos son los dos grandes temas de los que se ocupa la razón: conocer la naturaleza y dirigir moralmente las acciones humanas.
En cuanto al contexto histórico en el que cabe situar el texto que comentamos, es necesario decir que la vida de Kant llena buena parte del siglo XVIII y que, por ello, sus preocupaciones son las propias de la cultura europea de su tiempo. Todo el fragmento se apoya en un argumento central: la necesidad de emanciparse y emplear de modo autónomo la propia razón, sin permitir que otros piensen por nosotros. Kant ve en esa autonomía de la propia razón el rasgo esencial de la Ilustración. Al mismo tiempo, Kant critica todos los impedimentos que estorban la exigencia de pensar por uno mismo y la labor de quienes obstaculizan el pensamiento autónomo. La Ilustración no será, pues, más que el desarrollo de la capacidad natural de la razón.
Aunque el ejercicio de la razón pueda ser peligroso, es el único medio para llegar a ser plenamente lo que la naturaleza nos ha hecho. Por ello, la Ilustración encierra esa exigencia de liberar a la razón de toda forma de esclavitud y tutela y de llevarla a su máxima emancipación. Tal emancipación supone un proceso de liberación de toda guía externa o ajena al uso propio y crítico de la razón. Suele ser un proceso peligroso pues supone pasar de la comodidad a la iniciativa independiente, de la seguridad de la esclavitud a la inseguridad de la libertad. Pero esta liberación es el camino necesario que se ha de recorrer para poder usar de modo autónomo la propia razón y actuar basándose en las propias convicciones y en la “luz” de la razón, que los ilustrados – y Kant con ellos – creían casi omnipotente.
Así pues, todo proceso de emancipación no puede realizarse sin una elevada dosis de riesgo. Riesgo para los pupilos y riesgo para los tutores. Para los primeros, pues el comenzar a pensar por sí mismo cuando se estaba acostumbrado a manejarse con ideas y sugerencias de otros, puede llevar a situaciones nuevas y confusas y, por ello, puede llevar también a graves equivocaciones. Para los segundos, pues ven reducido su poder de influencia una vez que sus antiguos pupilos ya no necesiten sus consejos y su autoridad, toda vez que ya son capaces de pensar y actuar de modo autónomo.
Para Kant, las ventajas del uso autónomo de la razón son mayores que todos los peligros que puedan suponer en un principio. De ahí que Kant no dudara en afirmar que el lema de la Ilustración debía ser el de “atrévete a pensar por ti mismo” (“sapere aude!”). Esta es la única manera de actuar de acuerdo con nuestra naturaleza, que a todos nos ha hecho racionales y libres. Y es también el único modo de que existan verdaderos ciudadanos responsables y emancipados, que es una de las obsesiones de toda la filosofía de Kant, presente en esa labor de profunda autocrítica que realiza a la propia razón, tanto en su uso teórico como en el práctico.