Características generales de la Ilustración
La ilustración es un amplio movimiento ideológico, político, económico, social y burgués que se inicia con la Revolución Inglesa en 1688 y culmina con la Revolución Francesa en 1789. Su objetivo es sacar al ser humano de la minoría de edad, liberarle de las tutelas para que, sirviéndose de su razón, desde su libertad y criterio aprenda a pensar por sí mismo. Por ello, la misión de los pensadores es la de iluminar a la sociedad sumergida en las tinieblas de la ignorancia, la superstición, las leyes injustas, las tiranía políticas… Por eso, al siglo XVIII, siglo de la ilustración se reconoce también como siglo de las luces. En el campo político, comienza el proceso contra el Antiguo Régimen, basado en la Monarquía Absolutista y la sociedad estamental. En ciertos países de Europa (como Prusia, país de Kant) se dio el despotismo ilustrado cuyo lema era “todo para el pueblo pero sin el pueblo” y reflejaba la legitimación del poder absoluto del monarca con el pretexto de la felicidad para el pueblo. La ilustración culminó en Alemania (procedencia de Kant) donde Federico II (modelo del despotismo ilustrado) llevo a cabo la modernización del país a base de reformas. La burguesía fue la protagonista y vencedora de este movimiento. En lo económico, aparecen nuevas formas de producción al margen de la agricultura, como comercio, pequeñas industrias, banco… controladas por la burguesía. En lo religioso, la Ilustración no admite ningún Dios personal sino un principio racional común a todas ellas, ni admiten la Revelación, considerando irracionales los milagros y misterios religiosos. La ilustración deposita una confianza plena en la razón como instrumento para conocerlo todo. Se trata de una razón crítica (contra prejuicios, supersticiones y autoridad externa); analítica (la razón puede analizarlo todo); empírica (unida a la experiencia); autónoma (libre de toda autoridad); autocrítica (capaz de establecer sus limitaciones) y secularizadora (separa fe y razón).
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