El concepto de normalidad no es absoluto, depende del criterio de normalidad-anormalidad adoptado. La utilización de un determinado criterio no es algo arbitrario, sino que está en función del modelo teórico de referencia.

En Educación Especial, no podemos hablar de un modelo único. Existen diferentes modelos explicativos que abordan el estudio de la conducta anormal o deficiente desde distintas perspectivas teóricas y que conllevan prácticas de intervención diversas:

  1. Modelo Biomédico. Explica la conducta anormal como una patología orgánica.
  2. Modelo Psicológico Conductual. Explica la conducta anormal como un proceso de aprendizaje inadecuado.
  3. Modelo Psicológico Cognitivo. Explica la conducta anormal como un proceso cognitivo deficitario.
  4. Modelo Psicológico Psicoanalítico. Explica la conducta anormal como un conflicto intrapsíquico.
  5. Modelo Psicológico Humanista. Explica la conducta anormal como una personalidad incongruente.
  6. Modelo Sociocultural. Explica la conducta anormal como unos mecanismos marginadores: económicos, políticos y culturales.

Estos modelos no son excluyentes entre sí, ya que el ser humano es una «unidad biopsicosocial». Su naturaleza presenta esa triple condición y es susceptible de ser analizada desde diferentes perspectivas.

Prescindir de alguna de las tres dimensiones supone caer en un reduccionismo estéril que impide la adecuada comprensión del hombre y limita cualquier proceso de optimización de las posibilidades de los sujetos excepcionales.